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Estaban almorzando en la casa de los padres de Sergio en Guadalajara, toda la familia estaba allí porque eran vacaciones de semana santa y la próxima carrera era hasta el siguiente fin de semana.
Era viernes y su suegra servía la comida. Todos comían mariscos menos él y Checo. Ellos estaban comiendo pasta.
Normalmente todos hablaban español para que Max pudiera entender mejor pero todos estaban hablando rápido al mismo tiempo y él no podía entender casi nada.
Sólo entendía la palabra iglesia y caminar. Y miró a la mamá y a las tías de Sergio discutiendo con el hombre por algo. Su novio decía que no a algo, por eso lo regañaban como si fuera un niño.
La familia de Sergio era muy religiosa, el hombre también lo era pero no de manera tan intensa como lo eran su mamá y sus tías. Max respetaba sus creencias y había ido a la iglesia con ellos algunas veces durante los días que había estado en México y sabía que esos días eran especiales para la familia y la razón por la que no comían carne.
Se concentró en comer y en ser lo suficientemente inteligente como para saber que no debía intervenir en una discusión entre Sergio y su familia.
Todo terminó unos minutos después con un gran suspiro del hombre y un "ok", dejando a su mamá y a sus tías con grandes sonrisas en sus rostros.
¿Okay?
Unos minutos después, Checo le tomó la mano y lo miró.
— Amor...
Tragó su pasta y lo miró.
— ¿Si?
— Mi familia va a ir a la iglesia a rezar un rosario ¿sabes? Y quiere que vayamos. Más bien me están obligando a ir.
Uh.
— Bueno.
— Sí, es alrededor de una hora. ¿Irás conmigo?— Preguntó Sergio casi poniéndole ojos de cachorro.
Max sonrió y asintió. Le gustaba vivir las tradiciones de Sergio con él. Le encantaba que la familia se sintiera lo suficientemente cómoda como para compartir esas experiencias con ellos.
— Será por una hora o algo así.— Le explicó el hombre, probablemente pensando que le molestaba. Pero no, si bien Max no se crió yendo a la iglesia respetaba las creencias de Sergio y se interesaba por ellas aunque no entendiera la mayoría, ya había aprendido mucho español pero no sabía nada sobre la religión, por lo que descubría algo nuevo cada vez que iba a la iglesia con él.
— No, antes vamos a ir a la Procesión del Silencio.— Dijo su suegra.
— ¿La qué?— Preguntó confundido. Entendía el significado pero no el contexto.