Capítulo Nueve

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Un nuevo día comenzaba, a la lejanía del lugar se podía apreciar a la gran estrella iluminando con sus rayos cada parte del país conocido como el sol naciente, la casa de la familia Sukuna y un Itadori, se encontraba con sus residentes despiertos esperando en la mesa los dos hombres mayores a que el pequeño chico de cabellos rosas terminara de preparar Okonomiyaki para el almuerzo ya que les espera una tarde un poco pesada, esto a causa de que el padre de ambos adolescentes se le ocurrió la gran idea de convivir en familia mientras pintaban la casa para aligerar la carga del más joven quien estaba decidido a hacer todo el trabajo solo, el mayor de sus descendencia en primera estancia se opuso a hacerlo alegando que tenía tarea que hacer, pero con un par de amenazas del hombre mayor respecto al dinero que le daban de mesada hizo que aceptara a regañadientes.

Ambos individuos del linaje Sukuna sentían su boca babear al tener frente suyo el platillo recién colocado de Okonomiyaki el cual cabe decir, olía de maravilla, sin esperar mucho comenzaron a devorarlo disfrutando cada bocado que daban, tan inmersos estaban en su labor que no notaron cuando el más bajo les coloco un vaso de agua cerca de ellos para, si alguno llegara a atragantarse por la velocidad en que ingerían el alimento, bebieran este. Les hizo compañía a lo que ahora consideraba su familia mientras se deleitaba con lo que preparo viendo como en ocasiones los otros dos peleaban porque Jin le robaba a Ryomen comida del plato lo cual le hacía enojar provocando que de igual manera le quitara porciones a su padre el cual le gritaba a Yuuji acusando a su propio hijo de quitarle su comida.

Cuando finalmente terminaron el almuerzo, Jin se dispuso a lavarlos platos al momento en que los gemelos subían a colocarse una muda de ropa cómoda y opta para la ocasión, la cual pudiera ser manchada de pintura, una vez que estuvieron vestidos bajaron al primer piso, específicamente hacia el exterior, donde comenzaron a preparar la pintura en distintos recipientes, una vez lista, cada quien tomo un área de la primera planta iniciando así el darle una nueva imagen a su casa.

Eran las once de la mañana cuando iniciaron, pero con el pasar de las horas empezaron a deshidratarse cosa que su padre noto, al ver que ya habían avanzado una gran parte le surgió una idea. - Yuuji ¿Por qué no preparas una limonada? Ryomen te puede ayudar, mientras yo termino esta área y descansamos un rato ¿Están de acuerdo?

No hubo necesidad de palabras, ya que solo acataron su mandato al haber pasado fácil unas cuatro horas resistiendo los rayos solares sobre ellos, ambos chicos de cabellos rosas se encaminaban con tranquilidad al interior de la casa, en especifica la cocina, siendo presos del ameno sonido de sus respiraciones un poco agitadas por el cansancio, cuando estuvieron ahí, el menor comenzó a sacar las cosas necesarias para la bebida que realizaría a petición de su padre así que cuando obtuvo estas las coloco sobre la mesa girando se hacía el mayor quien le prestó atención al momento de notar la mirada ajena sobre él. - ¿Podrías ayudarme cortando los limones?

- Claro, te ayudo. - Tomo en mano la bolsa que le ofreció su adversario llevando estas hacia el lavabo donde limpio primeramente sus manos para después lavar la fruta, una vez que terminó, Itadori se acercó a llenar una jarra mientras él se dirige a la mesa donde ya estaba una tabla junto a un cuchillo, cuando iba a iniciar su labor fue interrumpido por la tenue voz de su hermano. - Sabes... Esto me recuerda a cuando era niño, solía ir a casa de mi amigo Megumi donde jugábamos todo el día y su madre nos ofrecía una deliciosa limonada a media tarde. - La melancolía se reflejaba en sus ojos, no se había puesto a pensar en eso hasta ahora, es decir, por obvias razones el menor tendría que dejar solos a sus amigos de allá, despedirse de todos aquellos que conoció y convivió durante bastantes años seguramente, para ahora estar acá en una nueva ciudad sin conocer a nadie más que a su padre, sus dos tontos amigos que se notaba las dobles intención que tenían sobre su personal y por último él; pareciera que sólo quería hablar con alguien sobre cómo estaba en esos instantes, eso reflejaban su mirada y rostro cansado que recién mostraba hasta ahora. - ¿Solías ir mucho con ese chico?

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