Capítulo Ocho

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Ryomen estaba totalmente molesto, sus apreciados "amigos" ni siquiera se esmeraban en disimular sus insinuaciones al chico Itadori quien parecía realmente no captar estas en ningún aspecto, o tal vez sí, pero las evadía como nunca había visto en su vida; gruño nuevamente al observar cómo Gojo miraba con una sonrisa ladina, además ir bajando sus anteojos negros un poco, dejando ver como uno de sus parpados se cerraba dándole un guillo a su objetivo quien solo pudo buscar con la vista los palillos para comer un poco apresurado por el nerviosismo que tenía en ese instante, ante ello una ligera risa salió de los tersos labios del albino. - Y dime precioso, un chico tan bonito como tú, que sabe cocinar y que es tan tierno debe de salir con alguien ¿No?

Con rapidez, su iris escarlata dio un viaje por inercia hacia el cuestionado joven a los segundos de escuchar la pregunta, si bien el tono coqueto de su acompañante le provoco unas ganas de vomitar ante lo patéticamente idiota que se vio el contrario al decirlo de esa manera, la respuesta a esta interrogante por algún extraño motivo le llamo la atención. Por lo poco que convivio con el chico pudo saber que, a pesar de que todo el mundo lo conocía en su vieja escuela por su pasado rendimiento en deportes, solo consideraba a dos personas sus amigos ya que en sí son los únicos que lo siguieron apoyando cuando su abuelo cayó en el hospital.

Durante sus desayunos y cenas "conversaban" entre ellos, cosa que dice de forma irónica a causa de que en sí es el menor de los gemelos quien no para de parlotear en todo el rato que conviven a causa de que este buscar recuperar el tiempo perdido que alega no tuvo con él en esos años; volviendo al punto, tal cual, no han hablado tan directamente de su familia más allá de la premisa del fallecimiento de su consanguíneo mayor, sabe de ciencia a cierta que los últimos años tuvo que aprender a valerse por sí mismo por lo cual sabía hacer muchas labores de la casa, cosa que ha visto claramente implementada en estos desde su llegada al hogar, además de saber que su pasatiempo más repetitivo sería el de ver películas juntándolo con la ligera afición a los videojuegos, y otras cosas triviales, pero jamás menciono alguna pareja actual o del pasado ya que este dejo su hogar como si realmente no hubiera algo que lo atara en esos instantes, así que algo de morbo inundo su ser por saber la respuesta cosa que le hizo impacientarse más al notar que su gemelo se quedaba callado. - Oh... Yo no, nunca he salido con alguien.

- Entonces ¿Tampoco haz estado con alguien? - De acuerdo, hasta ese punto el propio Gojo reconocía que se estaba pasando más allá de la raya imaginaria que se estableció con esa pregunta, sin embargo, la sola idea de saber que él podría ser el primero con aquel trozo de algodón de azúcar le incitaba a tomar lo cuanto antes, evitando que su compañero Toji le gane en esa oportunidad, porque era más que notorio su interés sobre el mejor amigo de su hermano menor. Él no se dejaría ganar tan fácilmente, a parte, valdría la pena la golpiza que le daría Sukuna por acostarse con su gemelo. - Ah... Prefiero no responder eso.

"Se nota que eres virgen, idiota. " Rodo los ojos con fastidio, con esa pequeña frase, y el notable tartamudeo con que se pronunció además de sus pómulos rojos como manzanas, le decían la verdadera respuesta, por suerte para el menor ya todos habían terminado su plato por lo que aprovecharía ese detalle tan oportuno para salir corriendo del lugar. - Espero no parecer descortés, pero tengo que limpiar todo para evitar insectos y...

- ¡Ah, no te preocupes precioso! Déjame ayudarme. - Apenas parpadeo y ya tenía al entusiasta ojiazul a su costado ayudando a recoger las cosas de la mesa por lo que lograba percibir los leves roses con el cuerpo ajeno, no se quejó, aunque lucía incomodo ante la cercanía la cual aumento cuando el azabache se colocó a su otro costado dando ligeros golpecitos sobre su brazo al tomar entre sus manos los utensilios usados. - ¿Dónde te lo ponemos, niño? - Dio un pequeño brinco cuando el mayor de todos murmuro aquello sobre su oído haciendo que su voz se tornara más ronca de lo usual, las disimuladas risitas de ambos jóvenes le indicaban perfectamente que su cara se estaba coloreando nuevamente de fuertes matices rojizas además de temblar con frenesí por la clara entonación obscena que se adquirió en esa frase. Un carraspeo se escuchó, así que volteo hacia el origen notando a su hermano para nada feliz con la escena que se encontraba montando, sin más opciones, le pidió ayuda haciendo movimientos disimulados con sus iris ámbar para indicar que quería alejar a sus dos visitantes, Sukuna suspiro antes de cambiar su atención hacía el dúo dinámico. - Idiotas, muévanse ya.

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