Wasuke Itadori planeaba llevarse ese secreto a la tumba pero no espero que la muerte le esperara cuando su pequeño retoño, fruto de su hija y aquel sujeto, estaba apunto de cumplir sus 16 años...
Así que Yuuji tendría que conocer por primera vez en...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Seis de la mañana, si hace más de un año le hubiera dicho que se tendría que despertar a esa hora seguro se molestaría acatando a regañadientes su petición mientras se dormía a mitad de lo que fuera a hacer en altas horas de la madrugada, pero debido a las constantes visitas del hospital que hizo los últimos meses causo que su horario de sueño fuera un tanto variado, dejando de lado eso, el de la familia Itadori se remolineaba en su cama ante el insistente sonido que emanaba su teléfono indicándole la llamada entrante de un individuo desconocido por lo que después de mirar el techo por unos segundos, llevo su mano al objeto, tomándolo entre sus dedos y ver en la pantalla el nombre de su mejor amigo por lo que sonrió de manera amena antes de deslizar su dedo por el frio vidrio aceptando la llamada, se sentó en el colchón tratando de despabilarse del sueño que aun poseía en su sistema aunque la voz ligeramente cansada de su monótono camarada le ayudo con ello. – Feliz cumpleaños.
Rio ligeramente avergonzado haciéndolo relucir en sus bronceadas mejillas que se tornaban poco a poco en un lindo rosado, su mano fue a sus ojos tratando de quitar las lagañas que se acumularon durante la noche, aunque un bostezo le hizo detener un poco sus acciones. – Megumini... Muchas gracias.
- ¿Te he despertado? – La preocupación era un sentimiento demasiado fácil de identificar cuando se trataba de su adversario ya que este simplemente no desistía en ocultar sus verdaderas emociones al ser él a quien se las compartía, un poco irónico negó con la cabeza aun sabiendo que no lograba verle. – No, descuida... Podías haber llamado más tarde, tienes clases.
- No comiences con eso. – Bramo irritado de las acciones tan repentinas del peli rosa, sabía que se pondría de ese manera en cuanto notara bien el horario en que eligió llamarle, pero su mente simplemente no le dejo pegar un ojo al entender que, a quien consideraba su único amigo, estaría pasando solo su aniversario de vida en una ciudad que no conocía nada y a nadie. – Bien, bien... En serio muchas gracias.
Un suspiro salió de sus resecos labios por los que paso su lengua sobre ellos antes de bostezar siendo acompañado por las leves respiraciones de su acompañante quien imito su acción, cuando estuvo dispuesto a hablar nuevamente un ruido proveniente de afuera capto su atención. "Mierda", su dulce y encantador hermano parecía que estaba despierto por lo que sonrió de manera energética antes de llevar más cerca su teléfono a la boca buscando un momento más íntimo con el azabache de la llamada. – Megumini, mi hermano ya despertó ¿Debería felicitarlo?
- Aunque te diga que no, iras... - Llevo su mano a su boca tratando de no reír por la entonación molesta, sabía que en realidad no estaba enojado su mejor amigo, aunque aun así entendía bien porque la negativa, pero tal como predijo, iría a hablar con su consanguíneo. – Colgare, más tarde te platico como me fue, adiós Megumini.
- Adiós Yuuji.
Solo fue cuestión de unos segundos en los que salió casi disparado en una gran carrera hasta abrir la puerta de su habitación con frenesí, teniendo delante suya a su consanguíneo. - ¡FELIZ CUMPLEAÑOS SUKUNA!