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Una semana antes.

Abu dhabi.


La adrenalina y sed de ganar corrían por su sangre, estaba en su ADN, como muchos había dicho.

Y aunque de niño Max se sintiera un tanto disgustado por lo que ser piloto significaba, con el tiempo había aprendido a vivir con ello e incluso a tenerle algo de gusto.

Amaba ganar.

Amaba lo que ser Max Verstappen significaba.

Pero como odiaba estos días. Odiaba tener que llegar a este tipo de carreras, en este tipo de países con este tipo de leyes.

Si bien Abu dhabi había sido, años atrás, el lugar en dónde había ganado su primer campeonato, no significaba que todos sus recuerdos ahí estuvieran llenos de felicidad y emoción. Vaya, aún recordaba el infierno que pasó la primera vez que piso uno de estos circuitos. E incluso lo terrible que fue cuando ganó su primer campeonato y no poder disfrutarlo por un estúpido problema que lo iba a perseguir por siempre.

Su más profundo secreto.

Un secreto que acabaría con él si alguien lo descubriera.

Su vida se arruinaría.

Y cada vez que pensaba en eso, un horrible escalofrío lo recorría y un miedo indescriptible lo arribaba.

Si eso llegaba a suceder, honestamente no sabía que haría.

Y era justamente por eso odiaba estos lugares. Justamente por eso le tenía un amor/odio a Abu dhabi.

¿El problema? Oh, uno pequeño, pero jodidamente molesto.

Todos sabían que en los malditos Emiratos árabes estaba prohibido el uso de supresores, parches para aroma y todas esas cosas que los Omegas y Alfas usaban cuando pasaban por el celo en busca de autocontrol.

Si un Omega sin marca andaba por ahí usando alguna de estas cosas, era rápidamente detenido y llevado a juicio. Si un Alfa se atrevia a tocar a un Omega con marca, era sentenciado a muerte y el Omega condenado a prisión.

Era un país, hipocritamente, autoproclamado "liberal".

La idea de que las personas intentaran suprimir su casta era aparentemente enferma y vulgar para ellos, por lo que hacerlo aún si eras turista era una clara falta de respeto.

¿Eso provocaba caos casi siempre? Si, por supuesto.

¿Les importaba? Claro que no.

Era un lugar que disfrazaba la opresión y prefería llamarlo "costumbres y valores".

Que estúpido, pensó mientras volvía a resoplar por milésima vez en el fin de semana.

Claro que, para personas externas, Max no debería de quejarse ni sufrir por esta clase de normas. A él no le afectaba.

¿Cómo podría?

Él no era más que un simple beta.

Un hombre que no tiene que lidiar con lo que tener literalmente una segunda presencia trae consigo. No tiene que molestarse por las feromonas, por celos, por marcas ni nada de esas mierdas.

No tiene que preocuparse por encontrar a su destinado.

Y, sin embargo, lo hace.

Se preocupa, se atemoriza y vive constantemente pensando en ello.

¿La razón? Oh, es igual de simple.

Max le ha mentido a todo el mundo. Ha mentido desde que eligió la vida que quería tener, mintió desde que se subió a un auto por primera vez. Ha mentido desde que supo cómo hacerlo.

Tu Fragancia (chestappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora