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El caluroso aire de Bahrain lo hizo exhalar, su aliento caliente deslizándose por sus labios mientras sentía su cuerpo entero sudar.

Necesitaba una ducha.

Necesito a mi Alfa...

Gruñó cuando ese pensamiento volvió a aparecer de nuevo, frustrandolo, llevándolo al límite poco a poco. Haciéndolo perder la paciencia y comenzando con la cuenta regresiva.

Se puso de pie rápidamente en busca de su mochila. No tardó mucho en dar con ella, escondida debajo de una pequeña mesa en la esquina con varios objetos sobre ella. Max los había colocado así como una especie de obstáculo en caso de que quisiera tenerla, en caso de que la tentación fuera demasiada.

La tentación era mucha ahora.

Y si quería que el sentimiento de necesidad se disipará al menos por unas horas más, necesitaba hacerlo.

Quito todos los objetos y saco por fin su mochila. Max se dejó caer sobre el suelo mientras sostenía sus pertenecias contra su pecho y volvía a exhalar con alivio.

Volvió a mentalizarse sobre lo que iba a hacer.

Era solo un poco, solo lo necesario. No lo volvería a hacer.

Ni siquiera lo necesitaba mucho.

No era un raro por hacerlo.

Pero.

Sobre todo.

No significaba nada.

Se repitió eso último varias veces más antes de finalmente deslizar el cierre y sacar lo que buscaba. 

Sostuvo la prenda con manos temblorosas y luego la aferró a su pecho como si alguien quisiera quitársela.

No significa nada. Que el aroma de Pérez lo relajara no significaba nada. En todo caso era normal, si él lo había marcado...

Contuvo la necesidad de llevar su mano a su nunca como si quisiera confirmarlo. De algún modo, desde la última vez que lo vio, sentía la estúpida necesidad de convencerse a si mismo que entre ellos habia un lazo. Que la marca seguía así.

Y no importa cuántas veces pasará sus dedos por la zona de la mordida, volvía a hacerlo una y otra vez.

Su Omega lloriqueaba cada que podía porque necesitaba de su Alfa, y por más que intentará llamarlo, sus llamados no llegaban a ningún lugar y volvía a lo mismo.

Max volviéndose a preguntar porque carajos no sentía ninguna conexión.

Lo había marcado, eso estaba claro. Lo recordaba a la perfección.

¿Pero porque no funcionaba?

¿Por qué no sentía nada?

Pero, más importante aún, ¿Por qué eso le preocupaba? En todo caso, debería de estar feliz.

Después de la primera vez, que el lazo no se haya concretado por completo, debió de haberle bastado para ignorar fácilmente el problema. Pero luego sucedió una segunda vez, y de nuevo no funcionó. Entonces debería de estar feliz por la conexión fallida y sobre todo porque había sido perdonado y no tenía que lidiar con estúpidas consecuencias.

Debería de estar feliz porque su error no llego a más.

Y, sin embargo, lo quería.

En lo más profundo de si, Max realmente quería ese lazo.

No.

No lo quiere.

Está mejor sin él.

No significa nada. Volvió a repetirse.

Tu Fragancia (chestappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora