𝐌𝐢𝐝𝐧𝐢𝐠𝐡𝐭 𝐑𝐚𝐢𝐧 [𝐐𝐮𝐚𝐜𝐤𝐢𝐭𝐲]

𝟏𝟎. 𝐆𝐚𝐛𝐲 𝐟𝐞𝐚 𝐞𝐬 𝐦𝐞𝐣𝐨𝐫 𝐪𝐮𝐞 𝐆𝐚𝐛𝐲 𝐛𝐨𝐧𝐢𝐭𝐚

GABRIELA'S POV.

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No tenía idea de que me estaba pasando.

Estaba de buen humor.

Yo nunca estaba de buen humor.

E incluso el día de hoy en la facultad Andrés se me hizo un poquito menos irritante.

Seguía teniendo a su grupo de amigos raro, pero no por eso dejaba de molestar.

Ahora mismo me encontraba comiendo con Samantha, ella fue por mí a la universidad e iríamos a comprar comida para llevar y comer en su casa, pero al final decidimos comer aquí en el restaurante, aprovechando que no había tanta gente.

Nosotras no salíamos mucho a comer, por miedo a que la gente fuera a reconocer a Samantha, pero en esta ocasión solo había gente de edad adulta que no nos reconocían

Bueno, yo no salía para nada en general.

El sábado que llegue de con Quackity del concierto parecía una adolescente enamorada, con una sonrisa cuando leí el mensaje que me mandó y estuve todo el resto de la noche, pensando en lo que me había dicho y en todo lo que estaba sintiendo.

Nunca me había sentido así, no me consideraba que estaba enamorada, pero era una sensación extraña, me sentía... no sé, diferente.

Samantha estaba sentada delante de mí, ella me miraba fijamente y yo trataba de esquivar a toda costa su mirada en mí.

Estaba un poco incómoda, por tener la penetrante mirada de mi hermana pesar en mí.

—Te voy a hacer una pregunta, Mimi.

—¿Qué pasó? — pregunté un poco inquieta.

Aunque yo ya sabía la pregunta que iba a hacer.

—¿Qué es lo que tienes con Quackity?— preguntó, directo al grano.

Así era Rivis. Sin rodeos. Sin molestias de ser dulce o delicada. Bueno, en eso yo me parecía a ella.

—¿Con Quackity? — pregunté, fingiendo sorpresa.

—Sí, wey. Ni modo que con quien. — Rodó los ojos con un poco de fastidio.

—No pasa nada con Quackity, ¿Por qué pasaría algo? — pregunté alarmada.

No tenía idea del porqué negaba que me conocía con él y mucho menos que teníamos una especie de relación.

—No soy pendeja, Gabriela. — Me preguntó.

—No sé dé que me estás hablando.

—Ninguno de los dos se molesta en disimular. Antes de conocerte te vio en la fiesta y vino a preguntarme por ti.

—¿Preguntó por mí? — pregunté con un poco de emoción.

—Sí, me dijo que quién eras tú y si le podía pasar mi número.

—Mentiroso, creí que se lo había pasado Roier.

—Si fue él, yo le dije que no se lo iba a dar, si tanto lo quería que lo consiguiera él. Se veía bastante interesado.

—Me lo dijo en un par de ocasiones.

—Yo pensé que lo ibas a mandar a la chingada, pero me sorprendí cuando vi tus historias y las de él. — Me informo, recargando sus codos sobre la mesa.

—Bueno, creo que no debí publicar nada, pero el concierto me emocionó mucho.

—Tú nunca sales y mucho menos a citas.