Allegra ya había estado un cuarto de hora sentada esperando a Max cuando él llegó al reservado que ella había conseguido con anticipación, y no porque él hubiera llegado tarde, sino porque cuando él había decidido llegar veinte minutos antes, ya habían pasado veinte minutos desde que ella decidió estar ahí con cuarenta minutos de anticipación. Ella estaba inspeccionando el menú cuidadosamente cuando él entró, acompañado de un mesero que lo guio. No alzó la vista para saludarlo.
— ¿Eres un tipo de vino blanco o de vino tinto? —preguntó Allegra.
—De champagne, específicamente —respondió Max, sentándose frente a ella.
Ella soltó una tenue risa, del tipo que se le daba a alguien cuando hacía un comentario inintencionalmente cómico, aunque no hilarante.
—Por supuesto que sí. Es un placer conocerte Max, soy Allegra.
Finalmente alzó la vista para verlo. Y carajo. Emma tenía la razón, era guapo, no es que no lo hubiera visto antes en fotografías o a través de la televisión, pero se veía bastante mejor en persona. La ropa también le favorecía, y había visto pocas tomas de él utilizando ese tipo de atuendo; mayormente él aparecía en público usando siempre la mercancía de Red Bull, o al menos la camiseta y la gorra, con sus patrocinadores estampados por doquier, y, por supuesto, esos pantalones de mezclilla demasiado ajustados. No era el caso en esos momentos, en los que usaba una camiseta blanca sin estampado con una chaqueta azul marino encima.
Era divertido, porque la chaqueta era exactamente del mismo tono que el vestido de Allegra. Lo que técnicamente había sido intencional, ya que ella sabía que él pocas veces era visto con algún color que no fuera de la marca. Red Bull podía creer que ese azul les pertenecía, pero solo se requería un mínimo de inteligencia para notar que ese tono ya no era el azul de Red Bull, no, era el azul de Max Verstappen. Y ella lo estaba usando en aquel momento.
—Sí, ya sé quién eres.
Allegra lo miró con una ceja arqueada.
—Oh. Ya veo. ¿Me buscaste, después de todo?
—Obviamente no. Dije que no sería necesario —sostuvo él, y a ella le dieron ganas de reírse pero se contuvo sabiendo que no lo tomaría bien.
—Entiendo. Linda chaqueta, a propósito —señaló ella, parpadeando con amabilidad.
La expresión de él no cambió en absoluto, si acaso su ceño se frunció más y Allegra no tenía ninguna duda de que Max no confiaba en ella. Probablemente no confiaría en ella ni siquiera para pasarle una servilleta si la necesitara. Y eso le gustaba, porque normalmente una persona no confiaba en aquellos que consideraba una amenaza, y a ella le gustaba que él la percibiera como tal.
—Lindo vestido —respondió Max, claramente no estaba intentando coquetear, probablemente solo intentaba desconcertarla y sacarla de balance. Quería recuperar la ventaja. Allegra sonrió, ahora a sabiendas de que él había notado la semejanza de colores.
—Es un bonito color.
—Es mi color —espetó él, irritado.
— Ah, ¿sí? ¿No tienes acaso un compañero con el que lo tienes que compartir?
—Pues ese compañero no está aquí. Estoy yo. Estoy yo porque tú me jodidamente llamaste a mí, y estoy esperando a que me digas qué es lo que quieres conmigo y dejes de jugar a la amabilidad.
Allegra se cruzó de brazos. Era atractivo, sí, pero tenía un mal temperamento, eso o era ella específicamente la que le colmaba la escasa paciencia. No importaba, seguía siendo la mejor opción que ella tenía.
—De acuerdo. Parece que aprecias que las personas sean directas contigo, así que lo seré. Justo después de pedir algo de comer, estoy hambrienta. —Ella hizo una seña para llamar al mesero, que se aproximó de inmediato. —Anda, pide lo que quieras, yo invito.
—Puedo pagar mi comida.
—Perfecto, en ese caso será un 50, 50 —sonrió Allegra, para después mirar al mesero—. Quisiera la especialidad de la casa, y... Una copa de champagne, por favor.
—Lo mismo —dijo Max, con resignación.
El mesero tomó la orden y se alejó a paso rápido, notando los evidentes conflictos entre ambos clientes y queriendo alejarse antes de que algo estallara.
—Bueno, hablemos de negocios ahora. Tengo una propuesta poco ortodoxa para ti, Max. Seré tu patrocinadora, te ofrezco tanto dinero como te den tus demás patrocinadores en conjunto, por el resto de tu carrera, sin importar tu equipo o tus resultados. Te ofrezco también muy buena publicidad.
Max la miró con confusión.
— ¿Eres una fanática? —preguntó él, sonando seriamente consternado, como si jamás se lo hubiera imaginado. Y eso solo indicaba buenas cosas respecto a su intuición.
—No, no realmente.
—Esa es una inmensa cantidad de dinero para alguien que no es fanático, ya sea mío o del deporte.
—Eso es porque no te estoy obsequiando el dinero. Hay algo que quiero a cambio.
— ¿Además de la promoción habitual, supongo?
—Quiero que finjas que eres mi novio, Max.
—Es una broma —dijo Max, con escepticismo—. Tiene que ser una broma, porque no hay forma en que alguien haga algo como esto en su sano juicio. No hay forma en que vayas a gastar esa cantidad de dinero en conseguirte un novio. ¿Cuál es tu problema como para que no puedas conseguir uno real?
Max estaba esperando la reacción ofendida de Allegra, pero nunca llegó, después de todo, él no había dicho nada que ella no hubiera esperado escuchar, y era casi fortuito que él todavía no se pusiera de pie y se fuera.
—Simplemente no me interesa tener un novio real. Y necesito una pareja para la boda de mi hermana.
— ¿Y ella se va a casar con tu exnovio, acaso? ¿O por qué necesitarías inventar un novio para poder ir?
Si ambos notaron que Max no se había negado inmediatamente y que seguía sin hacerlo, no lo mencionaron.
—Lo necesito porque es más probable que mis padres hereden la empresa a una mujer casada que a una que no lo está —explicó Allegra, sintiéndose como si hubiera repetido eso una infinidad de veces en los últimos días—. Mi hermana ya está comprometida así que no puedo hacer lo mismo que ella, mi única opción es presentarles a mis padres una pareja aún más prometedora que la de ella. Y da la casualidad de que el asesor más importante de mi padre en la junta directiva, mi tío, es un gran fanático de la Fórmula 1. Es italiano, así que claro que favorece un poco a Ferrari, pero favorece aún más a un ganador.
—Esta es la oferta de patrocinio más extraña que me han hecho.
—Puedes hablar con quien quieras al respecto, mientras no se filtre la información. Coméntalo con tu agente, con el jefe de relaciones públicas de Red Bull, o con un abogado incluso, si es lo que quieres. Todos te dirán lo mismo, que es una gran oferta. Mucho dinero, buena publicidad, excelente imagen ante los medios, y puedo presentarte a más futuros patrocinadores. No tienes nada que perder. Solo piénsalo, Max, tienes mi número y esperaré una respuesta para el final de la semana.
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HALL OF FAME, max verstappen
Fanfiction𝗛𝗔𝗟𝗟 𝗢𝗙 𝗙𝗔𝗠𝗘 ━━ max verstappen 𝗗𝗢𝗡𝗗𝗘 el único propósito de la ex gimnasta olímpica, allegra lombardi, es ganar, en todo, y sin embargo, su hermana gemela va a casarse antes que ella. 𝑜 𝗗𝗢𝗡𝗗𝗘 allegra lombardi no puede ir a la bod...