CAPÍTULO 06

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—Buenos días —dijo Allegra, con una sonrisa

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—Buenos días —dijo Allegra, con una sonrisa. Si su expresión era arrogante y burlona, o cortés, era algo que estaba completamente sujeto a la percepción de la otra persona.

Ella sostenía en sus manos un molde de plástico traslúcido que dejaba ver una rebanada de pastel de chocolate, mientras cruzaba la puerta y entraba al penthouse.

Era un lindo lugar. Allegra podía concederle eso. Se percibía amplio desde que entraba, directo a su sala, que poseía un balcón con puertas de cristal a través de las que se apreciaba una vista hermosa del mar y, por supuesto, el muelle.

—Buenos días, señorita Lombardi —dijo un hombre, parado de pie junto a Max. El sujeto usaba un traje, con todo y corbata.

Allegra le dio una rápida mirada antes de volver a dirigirse a Max.

—Traje un pedazo de pastel, por desgracia, es solo uno. Supongo que tendrán que compartirlo —dijo Allegra, colocando el postre sobre una mesa junto al balcón.

—Me sacrificaré y renunciaré al postre —dijo Max, con el ceño fruncido.

El hombre que lo acompañaba parpadeó y se notó dubitativo.

— ¿Gracias? —tartamudeó, antes de carraspear—. Señorita, ¿su abogado tardará mucho en llegar?

—Oh —dijo ella, dejando escapar la palabra en un suspiro, como si estuviera sorprendida, excepto porque no sonaba de ese modo—. ¿Necesito uno?

—Wes —llamó Max, poniendo su mano en el hombro del sujeto—. ¿Nos darías un minuto?

—Seguro. Haré algunas llamadas —dijo Wes, apretando los labios y saliendo a paso rápido del apartamento, y tomando el pastel en el camino.

El silencio cubrió el lugar, como una pesada capa que les entumeció los músculos. Sus miradas clavadas el uno en el otro con la férrea determinación que solo podía verse en un ganador.

Ella decidió renunciar a la quietud primero, y caminó hacia él. Sus tacones resonaron contra el suelo.

—Entonces, ¿Wes?

—Wes Marshall. Abogado.

—Un abogado de confianza, supongo.

—Lo es.

—De acuerdo. Podría hacer suposiciones, tengo varias en mente. Pero sería mejor si pudieras considerar decirme qué hace el querido Wes aquí con nosotros el día de hoy.

— ¿Esperabas una cita a solas? ¿Una ida al cine, quizá?

— ¿Es una cita con chaperón, entonces? —preguntó Allegra, con la ceja arqueada—. Es algo anticuado de tu parte.

Max apretó la mandíbula. Allegra sonrió y caminó hacia la zona destinada al propósito de sala, rodeó uno de los sillones y dirigió una mirada cargada a Max.

HALL OF FAME, max verstappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora