Oh my love

323 60 14
                                    

2/3

Era una mañana relativamente tranquila. El sol no molestaba el rostro de Lucasta y sus sueños habían comenzado a hacerlo conocer a gente famosa.

Eso hasta que escucho la puerta de su habitación ser abruptamente abierta por alguien.

—¡¡LUCASTA!! ME LLAMARON.— Grito Natalan.

—AH ¿¡QUÉ!?— Salto sobresaltado.

El pelinegro rápidamente se acerco a la cama de su amigo y procedió tomar los hombros de Lucasta con fuerza.

—¡¿Qué te e dicho de meterte así a mi cuarto?!—

—¡Esto es más importante que tus sueños humedos!— Dijo mientras sacudía su cuerpo.—Iré al grano, necesitamos volver a unir a la banda.—

"Aquí vamos de nuevo"

—Nat.. no e visto a nadie más que Aquino y está estudiando ¿qué te hace pensar que Cejo también dejo la universidad?—

Era verdad, desde hacía mucho no tenían idea sobre la vida de Cejo y dudaban de que Aquino aceptara... ¿pero para qué?

—A todo esto ¿quién te llamo?—

La noche no había sido precisamente agradable para Aquino

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La noche no había sido precisamente agradable para Aquino.

A pesar de haber dormido abrazado de la persona que más amor le tenia, sintió ese horrible frío que parecía no querer salir de su cuerpo.

Era Mictia, su pobre hermana. La había abandonado y no sabía como ir por ella. Su abuela lo encerraría y tal vez lo enjaulé hasta cumplir los 44 años.

Sintió la luz del sol reflejar su adormilado rostro. No había dormido nada.

Removió su cuerpo con cuidado, intentando no despertar a Duxo pero falló en el proceso.
No quería hablar; ya que se sentía demasiado afectado por el hecho de haber escapado de su casa.

—Faltaré hoy. Creo que es mejor a dejarte solo aquí.— Dijo en un ligero susurro.

—Pero perderás los apuntes.—

—Da igual. Tampoco es como que encantara mi carrera.— Lo tomo sin importancia.

Sabía que había cosas más importantes que estar pensando en medidas de un edificio que muy probablemente no construiría.

—¿Tienes hambre?— Pregunto sutilmente.

—No, realmente no quiero comer.— Dijo Aquino apagadamente.

Duxo se mantuvo callado, abrazando con delicadeza a su amado que aún no quería levantarse de la cama.

Se sentía un extraño silencio pacifico. Tal vez no les desagradaría repetir esa ocasión.

—¿Sabias que John y Paul se fueron a Paris ellos solos?— Dijo repentinamente, haciendo reír ligeramente a Aquino.

—¿De verdad?—

♫El Último Álbum☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora