Capítulo 4 | 𝗡𝘂𝗲𝘃𝗮 𝗩𝗲𝗿𝘀𝗶𝗼́𝗻

287 48 126
                                    

Capítulo 4

El gran reloj antiguo de la biblioteca marcaba las dos de la tarde. Karen y yo aún no habíamos almorzado, así que me invitó a su casa. Justo detrás de la biblioteca, la casa era acogedora y familiar.

Karel se unió a nosotras, y pronto estábamos ansiosas por saber qué había estado sucediendo con él durante su ausencia.

Preparamos una comida rápida como un trabajo en equipo. Mientras cocinábamos, Karel decidió contarnos con confianza lo que había sucedido.

—Mis padres necesitaban mi ayuda para empacar. Ambos estuvieron separados por un tiempo, y me necesitaban. Hasta que dejaron su drama y decidieron mudarse de Oceanville a Citypolis —sonrió—. Estoy muy contento, porque esta ciudad me encanta.

Citypolis era nuestra ciudad, pequeña y tranquila en el centro del país, conocida por sus parques públicos, festivales de música y arquitectura victoriana.

Sabía que Oceanville era famosa por sus costas pacíficas y vistas al mar, un lugar popular entre surfistas y turistas que buscaban relajarse bajo el sol.

—¿Dónde estarán viviendo? —preguntó Karen—. Si necesitan alojamiento, a mi hogar le sobran habitaciones.

—Siempre estaré agradecido por lo que nos ofreces a mí y a mi familia, Karen. Mis padres ya encontraron una casa adecuada —Karel dejó un beso en la frente de la señora mayor, quien sonrió cálidamente.

♡  ⊹    °     . ˚   𖧷 ·  °     .  ♡  ⊹

Después del almuerzo, Karen necesitaba descansar, así que se retiró a dormir. Karel y yo quedamos en un gran silencio, sentados en la sala.

Los muebles eran suaves y los colores de las paredes de un marrón claro. Las fotografías familiares junto a otros objetos personales adornaban las estanterías.

Observé una foto enmarcada que había encima del escaparate y la sostuve con cuidado. Era un retrato de muchos años atrás: Karen, junto a dos niños, uno de ellos era yo. Cuando tenía cinco años, solía jugar con el chico que estaba al lado de Karen. Ella nos cuidaba cada vez que nuestros padres salían. Esa era una de las razones por las que la quería tanto.

No recordaba mucho de aquel niño, solo que se mudó de la ciudad hace un buen tiempo. Antes, solíamos jugar juntos, y apenas sabía su nombre.

—De pequeño era más atractivo —comentó Karel, observando el retrato.

—¿Te refieres al niño de la foto? —pregunté, señalando al pequeño de cabello oscuro, quien era más alto que yo.

—Sí, soy yo. ¿A que era guapo? —sonrió, pasando una mano por su cabello.

Sonreí, y mi corazón comenzó a latir con fuerza. No podía ser posible, no era fácil de creer.

—Si lo eras. ¿Sabes quién es la chica? —pregunté, mirándolo fijamente.

—Claro que sí, es una vieja amiga. La verdad es que hace muchos años no la veo —se perdió en sus pensamientos —. Me acabo de acordar de ella; solía vivir en esta ciudad. Tal vez la conozcas. ¿Te gustaría salir a ver si la encontramos? Recuerdo su casa.

Karel se entusiasmó al recordar a su amiga de la infancia.

—Mírame un momento, mírame bien —dije mientras acomodaba mi cabello.

—¿Qué? —preguntó, un poco desconcertado—. Estás muy bonita, Nao.

Me sonrojé ante su respuesta directa, y él lo notó, soltando una leve carcajada.

—Gracias —respondí —. Mira a la chica del retrato y luego a mí.

Pareció darse cuenta, porque sus ojos se agrandaron un poco y sonrió aún más emocionado.

—Yo… no… no me lo puedo creer —murmuró, perplejo.

Karel me envolvió en sus brazos por segunda vez en el día, dejando un cariñoso beso en mi mejilla.

—Ahora que me doy cuenta, sí se parecen —dijo cuando me soltó.

Sabía que había algo que nos conectaba, que nos conocíamos desde hace tiempo. Karel había sido mi amigo de la infancia.

—¿Sigues viviendo en la misma casa? —preguntó, y yo asentí.

—Me alegra tanto que seas tú. Fuiste un bonito recuerdo de mi infancia.

—Eso es muy lindo de tu parte.

—Lindo es volver a verte después de tantas semanas —dijo, mirándome fijamente a los ojos.

—¿Quieres darme tu número de teléfono? —pregunté sonriéndole, nerviosa.

Esta vez no se me olvidaría. Karel me dio su número y sacó su móvil del pantalón.

—Llámame para guardar tu el tuyo.

Hice lo que me sugirió y luego guardó mi número en sus contactos.

Pasamos la tarde, alrededor de dos o tres horas, conversando en la casa de Karen. Poniéndonos al día sobre todo lo que habíamos hecho. Karel me contó parte de su historia, cómo había pasado la Nochebuena, la Navidad y cómo despidió el año. Se disculpó por no haberse despedido de mí, y yo lo entendí, comprendí sus problemas familiares. La mejor parte fue saber que, dentro de unos meses, iríamos al mismo colegio.

Por mi parte, también le conté sobre cómo habían sido mis días. Salimos a beber a la cafetería, esta vez sí, un chocolate caliente y unas galletas recién horneadas.

Me gustaba pasar tiempo con él. Me sentía conectada de una manera que nadie podría explicar. Era increíble y emocionante que, en tan poco tiempo, hubiera conseguido un buen amigo.

Amor entre letras | 𝗡𝘂𝗲𝘃𝗮 𝗩𝗲𝗿𝘀𝗶𝗼́𝗻 | 𝗖𝗢𝗠𝗣𝗟𝗘𝗧𝗔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora