CAP. 23

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Las cosas volvieron a la normalidad, Shoto pudo volver a su casa a vivir con él luego de unos cuantos días, y Dabi se encargó de ayudarle con todo lo que pasaba.

Obviamente que el Omega entro en depresión. ¡Claro que todo eso le estaba afectando! Pero que Dabi estuviera a su lado lo hacía más fácil de llevar.

Falto al trabajo casi por dos semanas, Dabi ni siquiera puso objeción a alguna de sus decisiones, incluso cuando el Omega decidió darse de baja en la escuela por unos cuantos meses, él estuvo de acuerdo.

Shoto solo quería recomponerse por completo. Si volvía así sería la burla de muchos y ahora mismo no estaba para aguantar bromas pesadas debido a su “discapacidad”.

Dabi siguió trabajando en la compañía de Enji, quien estuvo de acuerdo en que su hijo tomara un descanso por un par de semanas hasta que se recupere por completo.

Se la pasaba acostado en la cama todo el día, en la oscuridad de la habitación, sin al menos una luz que alumbre el lugar o ya tan siquiera molestarse en levantarse. ¡Apenas y comía! Shoto estaba deprimido, y sabía que las cosas no cambiarían hasta que el Omega se hiciera a la idea de que jamás podría tener un hijo propio.

Dabi no le dió demasiado interés. Él solo quería a su pareja y ya, todo lo demás daba igual, solo quería estar con Shoto para los dos salir adelante de todo lo que les ha pasado.

Pensaba en sugerirle que adoptarán a un niño, pero el Omega estaba en una etapa depresiva y dudaba mucho que aceptará, así que solo esperaría a que se recompusiera.

***

Abre la puerta de la casa, y deja las llaves sobre la mesa, estirando su cuerpo y dejando su abrigo cerca a la puerta. Observó el interior de su hogar curioso, sintiendo el olor empalagoso por todos lados, algo más notable y fuerte que de costumbre.

Arrugó el ceño ligeramente confundido, y cerró la puerta detrás suyo, caminando en dirección a la habitación, demasiado confundido.

- ¿Shoto? –le llamó desde el pasillo, antes de detenerse justo frente a la puerta, sintiendo aquel olor más notable y fuerte en ese lugar.

Tomo la perilla y la giró, abriendo ligeramente la puerta de la habitación para asomarse dentro; el Omega estaba sobre la cama, envuelto en las sábanas y algunos polos suyos. Abrazaba una almohada y sollozaba bajo, pero está vez, no era un sollozó cualquiera. Era de dolor, combinado ligeramente con una respiración pesada y un sonrojo muy notable en sus mejillas, ocultandose entre sus ropas.

¿Había entrado en celo? Bueno, era claro que estaba en celo. Aún así, lo observó desde la puerta, algo confundido y desorientado.

Su mirada se cruzó con la del Omega, quien le observó con los ojos llorosos desde la cama, parte de su rostro lleno de sudor y una camiseta pegada al cuerpo. ¡Lo había olvidado! Shoto había entrado en celo y lo olvido por completo.

- D-dabi... –sollozó al verle–. M-me duele mucho...

- Iré por tus supresores –murmuró. Cubrió su nariz, dispuesto a ir en busca de los supresores, pero se detuvo ante el llamado del otro.

- No... Dabi –gimió Shoto con dificultad–, q-quiero que tú me ayudes, por favor... –rogó débilmente.

El Alfa lo miró con clara preocupación he inquietud. Habían pasado un par de semanas desde que no mantenían intimidad por lo mismo, y aquello le hacía preocupar. ¡Shoto no estaba conciente! ¿Qué tal que lo hacía enfadar? ¿O si empeoraba su estado?

Se quedó quieto en su lugar sin moverse ni un poco, pensando en qué debía hacer, cómo debía reaccionar o si lo mejor era ir por los supresores para calmarle. Estaba tan sumergido en sus pensamientos, que fue inevitable no voltear en dirección del Omega cuando esté gimió sonoramente y se retorció en la cama con dolor, dejando salir un par de lágrimas más.

My dear alpha;    DabiTodo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora