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Algo que caracterizaba a cada miembro de la honrada y apreciada familia Kader, es que eran observadores a un nivel que era complicado definir si espantaba o asombraba inmensamente de buena manera. Tal vez es porque desde niños daban por hecho que terminarían tomando los puestos de los adultos de la familia y se volverían en los siguientes defensores de las fronteras del reino de Rosas, los protectores de sus costas y sus puertos, de ellos dependería en algún momento del futuro que tan solo la gente verdadera digna de confianza y dispuesta a abrazar cada aspecto posible de la bondad de sus almas sean las autorizadas para adentrarse en el reino de Rosas, bajo la eterna protección y aprecio de los reyes Magnifico y Amaya. Los Kader era observadores a un nivel que dejaba muy en claro que no solo sus vidas, sino que también la vida del resto de la isla dependía de que tuvieran un buen juicio, que vieran las mudas advertencias antes que cualquier otro.

Los Kader eran observadores, por eso a Hal no le cuesta nada darse cuenta de la expresión angustiada de su compañera de cuarto. No le ha costado nada el día anterior, no debería de por qué costarle en esos precisos momentos. Que fuese la misma expresión, los mismos movimientos nerviosos, la misma mirada perdida, todo aquello le confirmaba que no eran nervios nuevos causados por los avisos tan preocupantes que la reina les había dado, tampoco de un especie de nerviosismo desde el comienzo de este curso por la creencia de que no sería lo suficientemente buena para seguirle el ritmo a las clases. No, todo aquello que había observado había aparecido poco después del desafortunado encuentro con aquellos dos guardas de la entrada de la alhambra de los reyes.

Mientras termina de acomodar sus nuevas prendas en el armario personal que se les condecía con la habitación, Hal se atreve finalmente a tocar aquel delicado tema. -¿Sabes una cosa, Bazeema? En verdad confío en Simon, lo conozco desde que soy una niña, lo he visto en sus peores y sus mejores momentos, confío en él plenamente. Y en quién el confía, yo confío.

Bazeema parpadea lentamente un par de veces mientras escucha a Hal hablar, la muchacha estaba sentada en el borde su cama, intentando comprender por qué su compañera de cuarto estaba diciéndole todo eso. El resto de ellos ya había notado el gran vínculo que Hal y Simon tenían, incluso Gabo y Dahlia habían bromeado que pronto se volvería algo más que una amistad si es que no lo era ya, pero la cuestión es que no sabía por qué le estaba hablando de eso ahora. ¿Acaso Hal se sentía con la suficiente confianza como para intentar establecer en voz alta sus sentimientos por Simon? ¿Estaba pidiéndole consejo sobre como confesarse o algo por el estilo?

La muchacha Ismat se pone recta como nunca lo ha estado, dispuesta a ser todo el apoyo posible para Hal, después de todo la joven Kader le parecía encantadora y muy agradable, quería ganarse su amistad, quería volverse alguien en quien Hal pudiera confiar. No importaba que precisamente ahora mismo le estuviera pidiendo consejos para un ámbito del que no tenía ni la menor idea de cómo desplazarse correctamente, lo importante es que esta era su primera oportunidad de llegar a desarrollar confianza y las semillas de una bella amistad con Hal Kader.

-Y la verdad es que creo que Simon no se equivoca en confiar en Asha Orcal -finalmente llega a su punto, deteniendo todo lo que hacía, mirando fijamente a su compañera de cuarto, haciendo que esta pegue un leve respingo porque definitivamente esto no era lo que se esperaba-. Creo que Dario no se equivoca en confiar en Asha, creo que Gabo no se equivoca en confiar en Asha, creo que yo no me equivoco en confiar en Asha... por lo que, su no te incomoda demasiado, me gustaría preguntarte por qué tú crees no equivocarte al no confiar en Asha.

El suspiro de alivio que Bazeema suelta en ese momento le sorprende por completo, incluso hace que dé unos pasos hacia atrás, haciendo que la parte contraria de sus rodillas se chocara levemente con el colchón bien tendido de su cama. Incluso a la tímida muchacha se le escapa una risilla rebosante de nervios pero al mismo tiempo de tranquilidad, logrando confundir de gran manera a su compañera de cuarto.

At all Cost [Wish retelling]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora