Subí a mi casa corriendo, no sé por qué, pero subí corriendo. Soy así de rara. La cena estaba lista, así que me senté y comí en silencio. Terminé y me fui a mi habitación; me puse el pijama, y justo cuando me iba a ir a dormir sonó mi teléfono.
Era Martin.
#Llamada telefónica#
- Hola, Martin
- Hola ___. Siento llamar tan tarde -se disculpó.
- Tranquilo, no pasa nada. ¿Qué querías? -le pregunté amablemente.
- ¿Te apetece quedar mañana? -me respondió con otra pregunta.
- Claro -acepté. ¿Qué otra cosa podría hacer?- ¿A qué hora?
- Sobre las tres de la tarde. ¿Te viene bien?
- Claro, claro. Cualquier hora me viene bien.
- Vale, a las tres en la puerta de tu casa, ¿sí? -propuso.
- De acuerdo. Hasta mañana, entonces -dije despidiéndome.
- Buenas noches, ___ -y colgó.
#Fin de la llamada telefónica#Dejé el teléfono en la mesita de noche y me acosté a dormir. Estaba algo cansada.
ll Al día siguiente ll
Desperté por culpa de la loca de Thais, que me había enviado un mensaje a las 9 de la mañana, cuando yo, aún dormía.
"¡___, ___! ¿Vas a quedar con Martin? Dios mío, qué suerte tienes! Sé que seguramente estarás durmiendo, pero bueno, no me importa, así te despiertas. Era para molestarte un poquito. Lo sé, soy muy buena persona, el karma me lo recompensará tarde o temprano. Y, ¿a qué hora has quedado con él? Respóndeme al mensaje, ¿vale? ¡Besos!"
- Será cerda -dije después de ver el mensaje. Le envié un mensaje en el que decía esto:
"El karma no te recompensará nada, cerda. ¿Por qué me despiertas? Estaba soñando con Taylor Lautner. Y sí, he quedado con Martin, a las tres. Jódete. Adiós."
Seguro que pensáis. ¿Qué clase de amigas se hablan así? Bien, pues nosotras. Nosotras nos hablamos así, tenemos tanta confianza que podemos estar toda una tarde insultándonos y no nos enfadamos. Somos raras, sí.
Como era temprano -o al menos para mí sí lo era-, me vestí y me puse algo cómodo para ir a correr un rato. Me hice una coleta alta, para que no me molestara el cabello. Fui a la cocina a desayunar y me demoré como media hora. Mis padres no estaban, se habían ido a trabajar muy temprano, y llegarían sobre la hora de comer o así.
Salí de mi casa y eché a correr. Pasé por el parque al que voy siempre; por mi instituto, que está algo lejos de mi casa; después pasé por el teatro; y así hasta las 12 de la mañana. Llegué muy cansada, y para mi sorpresa mis padres estaban en casa.
- Hola hija -dijeron los dos al verme entrar por la puerta- ¿Has ido a correr? -preguntó mi padre.
- Sí -respondí de camino a la cocina.
- ¿A qué hora saliste de casa? -preguntó mi madre.
- A las nueve -respondí, y seguidamente cogí una botella de agua y me bebí más o menos la mitad.
- Sí que te has levantado temprano -comentó mamá extrañada.
- Ya, es que Thais me mandó un mensaje a esa hora y me desvelé. Y como no tenía nada que hacer decidí ir a correr un rato.
- Ah -se limitó a contestar.
- Me parece bien que hagas deporte -comentó mi padre sonriendo. Él en verano dedica muchas horas al gimnasio, pero sólo cuando está de vacaciones.
- Sí, y a mí -dije guardando la botella en la nevera - Pero sólo ha sido por hoy, que no tenía nada que hacer. Dudo que lo haga cada mañana.
- Pues mal -me regañó poniéndose serio- Tendrías que hacerlo cada día.
- Sí, papá -dije marchándome para mi habitación- Me voy a duchar.
- La comida estará lista en media hora, así que no te encantes en la ducha, ¿vale? -chilló mi madre.
- Sí.Mi habitación tenía baño, y la verdad es que eso va de muerte. Me desnudé y entré en la ducha. Me tiré como diez minutos ahí. Después me sequé el cuerpo con una toalla, me puse la ropa interior, y una camisa que me iba tan grande que la utilizaba como camisón para ir por casa.
Justo mi madre me llamó para comer.