Por fin llegamos a un lugar de la playa un poco apartado de la multitud. Cerca de las rocas.- ¿Aquí está bien, no mamá? -preguntó Martin mientras guardaba su camisa en la mochila.
Miré su torso desnudo e intenté evitar no mirarlo por mucho rato. Pero me llamó muchísimo la atención. Para tener tan solo 19 años, tenía muy buen cuerpo. Desvié la mirada avergonzada por mi reacción y sonreí a Martin, pues éste me estaba mirando.
Dejé mi mochila en el suelo y extendí la toalla en la arena. Me quité el pantalón y la camiseta y las doblé guardándolas en la mochila. Y antes de dar un paso hacia Martin para preguntarle si venía al agua, él ya me había cogido de la mano mientras me arrastraba hasta la orilla. Adentré mi pie derecho en la orilla y di un paso hacia atrás.
- ¿Qué es lo que pasa? -preguntó Martin extrañado.
- ¡Está helada! -chillé apartándome.
- Vamos, ¿no le tendrás miedo al agua, verdad?
- ¿Yo al agua? -yo y mi orgullo. Algún día acabaré mal por culpa de eso- Por favor.
- Entonces, ¿a qué esperas? -preguntó Martin divertido.
- A nada, a nada.Avancé por el agua, intentando no temblar a causa de la baja temperatura en la que estaba.
- No lo disimules, ___. Tienes frío -dijo Martin riéndose cuando el agua ya nos llegaba a la altura de la cintura.
- No tengo frío -traté de sonar lo más convincente posible, pero mi piel lo impedía.
- Capúzate.Suspiré y cerré los ojos. Me zambullí y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba en la superficie apartándome el flequillo de la cara.
- ¿Fría? -preguntó Martin riendo.
- Qué va. Ahora tú.Martin asintió y se sumergió en el agua, aguantando mucho más tiempo del que yo había estado.
- He aguantado más que tú -dijo al salir a la superficie. Ahora podía ver con más claridad el color de sus ojos. Eran preciosos. De color azul verdoso. Me hipnoticé y no le contesté durante un largo tiempo.
- Hey, ___ -Martin chasqueó los dedos sacándome de mis pensamientos.
- ¿Qué, qué? -reaccioné.
- Nada, déjalo -dijo Martin riendo- Ya veo que estás muy ocupada en tu
mundo de piruleta.
- De piruleta no.
- ¿De chicle?
- Tampoco -respondí riendo.
- Ah, ya entiendo -dijo moviendo los dedos- Estabas en Garrixland,
¿verdad?
- ¿Qué? -estallé a carcajadas- Estaba en Lautnerlandia.
- ¿Tú también estás con el Taylor ese? -preguntó poniendo una mueca mientras me señalaba con el dedo índice.
- Sí -me mordí el labio inferior y me empecé a reír.
- No sé qué le ves -dijo con indiferencia.Me acerqué a él y le cogí del brazo.
- Tiene unos brazos enormes -luego le toqué los abdominales- Tiene una tableta en la que se podría tocar los tambores. Y es guapísimo -dije enfatizando la última palabra.
- Y es un idiota.
- Y tú un celoso -dije riéndome- Y también tienes envidia de él.
- ¿Yo envidia de él? Créeme que no.
- Y créeme que sí.
- Estoy completamente seguro de que no estoy celoso.Me tiré encima de él y le abracé.
- Aww ¡Mi celosito! -Martin se empezó a reír y se sumergió en el agua aún conmigo abrazándome.
- Idiota, hubieses avisado -dije una vez que salimos a la superficie- Me ha entrado agua por la nariz.Martin se empezó a reír muy fuertemente, provocando que algunas personas que estaban en el agua nos miraran.
- Ehm... Martin nos está mirando todo el mundo -le informé, el cual dejó de reírse al ipso facto.
- Mis dedos parecen pasas -dijo mirándose los dedos.
- Cómetelos -comenté riendo.
- No, gracias.
- ¿Salimos? Es que no quiero ver un acto de canibalismo. Sería horroroso verte a ti comiéndote tus propios dedos.
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