-PRÓLOGO-

55 9 5
                                    

-Un, dos, tres...Respira...Un, dos, tres... Respira...-repetía la matrona secándose el sudor con la palma de la mano.

La miré desafiante y me sujeté a la sábana que me cubría, lista para empujar.

- ¡Más fuerte! - gritó alguien, pero no supe descifrar quién. Se me nublaba la vista después de haber estado once horas allí y la epidural había dejado de funcionar hace tiempo.

Ante otra contracción todavía peor, me sentí desfallecer y miré a la camilla que habían colocado al lado mía. Solté la sabana y agarré la fría mano inerte del amor de mi vida. Lo pude escuchar, lo juro. Medicamente sería imposible, pero lo hice. Oí lo que el me dijo y me lo repetí internamente hasta que encontré la fuerza para empujar.

Unos llantos amargos resonaron en la sala.

Respiré agitadamente. Lo había conseguido. Cogí a mis bebés en brazos y justo entonces ocurrió.

Él abrió los ojos.

HASTA QUE LA VIDA NOS SEPAREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora