Isabella Sainz y Max Verstappen, dos almas cuyos caminos se entrelazaron en el pasado, se encuentran después de muchos años en circunstancias inesperadas. En su juventud, compartieron risas, secretos y sueños en el vibrante mundo de la Fórmula 1, pe...
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Cuando llegué al circuito, me encontré rodeada de una multitud de prensa que parecía no tener fin. Muchos se acercaron a mí, pero afortunadamente Jacob apareció y me ayudó a abrirme paso hasta el paddock VIP, donde se encontraban importantes empresarios, billonarios y otras personas influyentes que asistían a la carrera. Literalmente me sentía como si estuviera en el epicentro de la acción.
Para la vuelta 30 de la carrera, logré llegar a tiempo casi justo. En la pantalla gigante, observé cómo Max se mantenía en la primera posición, como es habitual en él, pero esta vez Carlos lo seguía de cerca, a solo tres segundos de distancia. Detrás de Carlos, venía Checo, pisándole los talones. El ambiente en el paddock era eléctrico, y yo estaba ansiosa por presenciar cómo se desenvolvería la carrera desde allí.
Cuando Jacob me dijo con un suspiro ―Viniste por él, ¿verdad?― su mirada me penetró con una sinceridad que pocas veces encontraba en alguien más. Sabía que no estaba de acuerdo con lo que estaba haciendo. Él era uno de esos pocos que siempre me decían la verdad, junto con Lando y Sofía. A pesar de tener la respuesta justo frente a mí, opté por hacerme la ciega una vez más.
Cuando le respondí a Jacob: ―Tú sabes que no podré alejarme. Aunque haya cosas de él, siempre estaré ahí. No podré alejarme― Su mirada se encontró con la mía, pero luego desvió la atención hacia la pantalla.
―Por más que tratemos de dejar ir, siempre habrá algo que nos haga volver. Y no es el amor, sino las ganas de regresar con esa persona y saber qué hubiera pasado si te hubieran elegido a ti. Tienes que estar consciente de que ya tiene una familia― Sus palabras resonaron en mi mente, haciendo eco de la dura realidad que me negaba a aceptar.
