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"Si la gente cree todo lo que escucha, entonces no hay diferencia entre una mentira y una verdad."
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SUS OJOS ROJIZOS TOPARON CON UNOS NEGROS Y PROFUNDOS, Claro que los conocía, eran los ojos del mayor de los Zoldyck, con quien su padre solía compararla, pues este decía que ambos tenían una mirada imponente.
Nisiquiera cruzaron palabra alguna, solo una mirada bastó como un saludo respetuoso entre ambos para que los dos siguieran sus caminos, aunque ambos notaron algo, o mejor dicho, alguien.
Sus pequeños pasos se detuvieron en la entrada de aquel hogar, aun sin quitar sus ojos de la de ojos carmín, este la miraba encantado, pues esta se había negado a las peticiones de su madre y se fue sin importarle, eso para el era "Demasiado genial."
El niño aun admiraba a la muchacha que se retiraba por la residencia,para después notar la mirada de su hermano, cosa que le puso los nervios de punta, dio media vuelta y se fue antes de que su hermano le dijera algo. ° ° ° ° ° ° Azumi iba de regreso a casa, un día largo la había agotado hasta la última gota de su energía, además de recibir llamadas de Morel y Knov para invitarla a cenar.
Llego a su hogar, siendo recibida por el aroma de las flores en su jardín, eran ese naranja tan brillante el que la recibía a diario y ese olor tan peculiar pero delicioso.
—Estoy en casa — dijo en voz alta haciendo que su voz resuene por todo el lugar.
Por dentro, las paredes grises y decoraciones neutras le dieron la bienvenida, apesar de llevar bastantes años viviendo en esa casa aun no se acostumbraba a ya no ser recibida por el mostrador de su antiguo hogar.
La atmósfera cambió radicalmente al ver la alegría irradiante de su padre, quien tenía una camiseta azul celeste y una sonrisa iluminando su rostro.
—¡Azumi! —el hombre corrió hacia ella con sus brazos abiertos para envolverla en un abrazo al que ella no se negó.
Después del gran abrazo, temas de trabajo se hicieron presentes, temas funerarios, de la agencia de cazadores y de los Zoldyck al mismo tiempo, tenían una agenda bastante ocupada, pero pronto, la concentración se centro en los Zoldyck y espesificamente en el pequeño albino.
—Entonces... Killua ¿cierto? — empezó la pelinegra.
—¡A si! Es un buen niño, solo nació en una mala familia, deberías hablar con el, no le vendría mal una imagen de una hermana mayor —
