017.

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Alma.

El día siguiente llegó con el sol brillando intensamente sobre Ibiza, y la brisa marina traía consigo el aroma salado del mar. En la casa donde vivíamos los seis, el ambiente estaba lleno de energía veraniega. Me desperté con el sonido de risas y música que provenían del salón.

Me estiré, sintiendo la calidez del sol a través de la ventana, y me levanté de la cama con una sonrisa. Al salir al pasillo, vi que ya había movimiento en la cocina. Pablo estaba allí, preparando el desayuno, mientras João y Fermín charlaban animadamente sobre planes para el día.

—¡Buenos días, Almu! —me saludó Pablo, girándose con un par de tostadas en la mano—. ¿Te apetece un desayuno de campeones?

—¡Claro! —respondí, acercándome a la cocina y tomando asiento en la mesa.

Poco después, Ferran y Pedri se unieron, todavía medio dormidos pero con una energía que pronto se encendería al probar la comida. El desayuno fue un caos agradable, lleno de bromas y anécdotas de la noche anterior. Me encantaba cómo cada uno de nosotros traía algo especial a la casa, creando un ambiente familiar.

—¿Qué planes tienen para hoy? —pregunté, disfrutando de un café recién hecho.

—Estaba pensando en ir a la playa —dijo João—. Pero también podríamos hacer un tour por los mercadillos.

—Yo voto por la playa —intervino Fermín—. ¡Necesitamos aprovechar el sol lo máximo posible!

—¡Me apunto! —exclamó Pedri—. Después, podríamos hacer un partido de fútbol en la arena.

La idea de un día en la playa me emocionaba. La mezcla de sol, mar y la compañía de mis amigos era todo lo que necesitaba. 

Una vez terminamos el desayuno, nos pusimos los trajes de baño y preparamos las toallas y la nevera con bebidas.

Al llegar a la playa, la arena dorada y las aguas cristalinas nos dieron la bienvenida. Nos instalamos en un lugar amplio, donde las risas y el bullicio de los demás veraneantes se convirtieron en el telón de fondo perfecto. 

Pablo y yo comenzamos a jugar en el agua, mientras los demás se unieron poco después.

—¡Vamos, Almu! ¡No te quedes atrás! —gritó Pablo, salpicándome mientras intentaba alcanzar una ola.

La tarde se convirtió en una mezcla de juegos en el agua, risas y algunas competiciones amistosas. Decidimos hacer una pausa para disfrutar de un bocadillo.

Mientras estábamos sentados en la arena, contemplando el horizonte, la conversación fluyó de manera natural. Compartimos historias de nuestra infancia, anécdotas divertidas de nuestros entrenamientos, y sueños sobre el futuro.

—Siempre he querido explorar el mundo —dijo Ferran, mirando al mar—. No solo en el fútbol, sino también en la vida. Hay tanto por descubrir.

—Sí, pero primero hay que disfrutar del presente —intervino João, sonriendo—. ¡Mira dónde estamos ahora! Esto es increíble.

Las horas pasaron volando, y cuando el sol comenzó a esconderse, el cielo se llenó de tonalidades anaranjadas y rosas. 

Fue un espectáculo que nos dejó a todos boquiabiertos. Decidimos quedarnos un poco más, sintiendo la arena caliente bajo nuestros pies y disfrutando de la calma que traía la puesta de sol.

Al final de la tarde, volvimos a casa, cansados pero felices. La noche prometía ser igual de divertida. Mientras nos reuníamos en el salón, la música suave y las risas llenaban el espacio.

❝𝐀𝐫𝐞𝐧𝐚 𝐲 𝐒𝐚𝐥━━━━𝐏𝐚𝐛𝐥𝐨 𝐆𝐚𝐯𝐢❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora