Capítulo 2.

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Capítulo 2: secretos del bosque profundo.

Despierto en un lugar desconocido, rodeada de árboles retorcidos y piedras dispersas. Mi cuerpo está envuelto en una manta extraña, y una sensación de frío y temor me recorre. ¿Cómo llegué aquí? ¿Dónde estoy exactamente? Intento recordar, pero mi mente está borrosa, como si las imágenes de la noche anterior se desvanecieran ante mi mirada.

Unos pasos se acercan, y levanto la mirada para encontrarme con un chico alto y de aspecto enigmático. Su presencia me llena de inquietud, pero también despierta mi curiosidad. ¿Quién es él? ¿Qué quiere de mí?

—Solo quiero saber, ¿Cómo atravesaste la barrera? Y ¿Por qué no debo llevarte con la guardia real justo ahora? —su voz es firme pero ligeramente inquisitiva, como si estuviera tratando de entender algo que escapa a su comprensión.

Mi corazón late con fuerza en mi pecho mientras intento emitir una respuesta. Sin embargo, las palabras se atascan en mi garganta, y mis labios apenas logran articular un murmullo incoherente. Siento el miedo aferrarse a mí como una sombra oscura, envolviéndome en su abrazo helado.

El chico se acerca más, sus ojos escudriñando mi rostro con una intensidad penetrante. Me siento desnuda frente a su mirada, vulnerable y expuesta. ¿Qué quiere de mí? ¿Por qué me mira así?

—Toma. Bebe. —me ofrece un vaso de agua, y aunque siento la urgencia de rechazarlo, la sed que me consume es demasiado intensa. Bebo el agua con avidez, sintiendo cómo calma mi garganta reseca.

Aún así, el miedo persiste, latente en cada rincón de mi ser. ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué está pasando? Me siento como en medio de un sueño del que no puedo despertar, atrapada en un laberinto de incertidumbre y confusión.

El chico me observa con curiosidad, como si tratara de descifrar un enigma oculto en mi interior. Su mirada me atraviesa, y siento que me desnuda ante su escrutinio. ¿Qué secretos guarda este extraño? ¿Y por qué me siento tan atraída hacia él, a pesar de mi miedo?

—Solo sé que casi muero anoche por un inmenso dolor y, recalcando que sigo confundida, terminé aquí. Confundida, desnuda y con usted diciéndome cosas sobre una extraña barrera y no se qué. —sus ojos me siguen escudriñando y me hacen sentir pequeña frente a él. Lleva un manto dorado con bordados de color oro y debajo de este unos pantalones negro de tela fina y una camisa blanca.

—Digamos que te creo —suspiro con algo de alivio—. Sin embargo, deberías permitirme poder confirmarlo.

No sé cómo quería que hiciera eso.

—¿De qué forma? Ni si quiera hay cámaras en este bosque. —su semblante se mantiene serio y se acerca a mi lentamente. Por instinto retrocedo un poco a pesar de no tener escapatoria. Pude haberme ido corriendo, al menos intentarlo, pero sigo atraída a este chico por una fuerza que me interpone seguir mis instintos de supervivencia.

—Solo, relájate y déjame leer tu mente. Lo intenté anteriormente, pero...

Una carcajada sale de lo profundo de mi garganta deteniendo su discurso. ¿Leer mentes? Sí, claro.

—Claro, claro —pongo un dedo frente a sus narices mientras me levanto lentamente tratando de que la tela me cubra lo más posible—. No tengo tiempo para estas estupideces. Tengo entendido que de haberme querido hacer daño ya lo hubieras hecho. Me tengo que ir, debo ir al hospital a hacerme un chequeo.

—No puedes. —exclama con autoridad.

Me río nuevamente. Doy media vuelta y me despido agitando la mano. Luego de tres pasos un estruendo al frente de mí hace que retroceda y caiga sobre mi trasero. ¿Qué diablos...? El árbol frente a mí ahora posee un agujero enorme y se encuentra en llamas. Giró mi cabeza hacia atrás con rapidez y el chico tiene flotando entre sus manos una especie de esfera que emite una luz.

Sangre de lunaWhere stories live. Discover now