guardián tales: Desviación del cuento

¡En rumbo!

Han pasado tres días desde que el conflicto en el que Abdiel y yo nos vimos envueltos se resolvió. Sorprendentemente, las cosas entre nosotros han mejorado mucho desde entonces. Me sentí aliviada cuando Abdiel finalmente se disculpó y me dijo que también me necesitaba. Aún recuerdo cómo mi corazón se aceleró al escuchar esas palabras, tan simples, pero llenas de significado para mí.

Lo que más me sorprendió fue lo fácil que fue hablar con él después de eso. En algún momento de esa conversación, cuando mencioné lo insegura que me sentía por mi cabello,mi cola, mi figura, incluso por mis orejas de loba, él simplemente negó con la cabeza y me miró directo a los ojos. "La belleza que veo en ti no está en lo externo. Está en tu alma, en cómo ayudas a los demás, en cómo luchas, incluso contra ti misma" dijo con una sinceridad que no supe cómo manejar "Eso es lo que te hace hermosa" Sus palabras me dejaron pensando mucho. Aún trato de acostumbrarme a la idea de que alguien me acepte tal como soy.

En estos días, he pasado algo de tiempo con la androide de Heavenhold, ayudándola a reparar y mejorar algunos de los sistemas que parecían estar fallando. No sé por qué, pero trabajar con ella me hacía sentir extrañamente tranquila. Su precisión al moverse, la forma en que calculaba cada detalle... era fascinante, casi hipnotizante. Aunque no hablaba mucho, cuando lo hacía, sus palabras eran tan claras y precisas como sus movimientos.

Después de que decidí llevar mi cabello suelto y desabrochar los botones superiores de mi abrigo, Karina fue quien notó el cambio primero. Ella estaba sentada elegantemente bajo la sombra de un árbol cercano, ajustando su sombrilla con una calma que parecía contagiable.

Cuando pasé cerca, sus ojos se alzaron hacia mí, deteniéndose por un instante. El leve arco de sus cejas reveló su sorpresa. De inmediato, cerró su sombrilla con un movimiento decidido y caminó hacia mí con pasos ligeros, casi danzantes "¡Pero mírate, pequeña!" exclamó, y su tono cálido y maternal me envolvió como un abrazo inesperado. Sus manos se alzaron hacia mi cabello, pero se detuvieron a mitad de camino, pidiendo permiso sin palabras. Asentí tímidamente, y con delicadeza acomodó uno de los mechones sueltos.

"Te ves... diferente" añadió, con una sonrisa que dejaba entrever un leve orgullo "Más relajada. Como si finalmente estuvieras dejando que los demás vean un poco más de ti".

Mis orejas se alzaron, y el leve movimiento de mi cola traicionó mi intento de parecer indiferente. No supe qué responder, así que solo bajé la mirada, murmurando un tímido "Gracias..."

Karina soltó una risita suave, pero no burlona, más bien cargada de afecto. Luego, inclinó ligeramente la cabeza hacia un lado y agregó "No tienes idea de cuánto cambia el mundo cuando te permites ser tú misma, ¿verdad?"

Me quedé pensando en sus palabras mucho después de que regresara a su lugar. No era fácil aceptar que alguien viera en mí algo digno de elogio, pero con Karina... sus palabras siempre parecían venir de un lugar genuino.

El segundo día, fue Elvira quien reparó en mi cambio. Estaba en su rincón habitual, calibrando su pistola, mientras mantenía ese aire de desinterés característico. Al pasar cerca de ella, noté cómo su mirada se alzó por un instante, captando los mechones sueltos de mi cabello y mi abrigo un poco más desabrochado "¿Qué pasó contigo, niña?" soltó de pronto, deteniéndose en su tarea para mirarme con un ojo entrecerrado "¿Te olvidaste de abotonarte el abrigo o qué?"

Sus palabras me hicieron detenerme en seco. Mi primera reacción fue tensarme, pero pronto me di cuenta de que su tono, aunque sarcástico, no era tan mordaz como de costumbre #¿Qué tiene de malo?# repliqué, cruzándome de brazos en un intento de parecer firme.