Doceava página

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Hoy mientras estábamos almorzando en familia, mi hermana estaba contando como pudo tener una relación con un chico. El chico me parece bastante agradable y creo que podríamos ser muy buenos amigos.

Me pareció muy lindo y tierno como lo contó mi hermana, pero en un momento me vinieron los recuerdos. Esos recuerdos eran de como yo había conocido y había logrado formar una relación con ella.

Mi mirada se mantuvo fría, observaba un punto fijo mientras los recuerdos consumieron mi cuerpo. Mis párpados se llenaron de lágrimas y de mis ojos empezaron a caer los mismos. Estaba frente a mí familia y estaba llorando.

No sabía que hacer, me sentí abrumado y no quería llorar al frente de mí familia. Pero entonces pasó lo peor.
Mientras intentaba disimular mi sollozo ocultando mi cara y tratando de no ver a nadie, mi hermana me preguntó:

"¿Facundo vos pensás que soy seca?"

No sabía que hacer, no quería responderle pero no podía dejarla ahí. Levanté la mirada que aún estaba consumida por las lágrimas y con un tono quebrado de mi voz respondí:

"No, no sos seca"

Por unos pequeños segundos la miré a los ojos y ella también lo hizo, creo que notó mi tristeza en aquel momento pero continúo hablando. Fue la única que creí que pudo notar como estaba en ese momento. Yo me levanté de la mesa después de unos segundos.

Fuí a dejar el plato y el cubierto al lavadero. Quería llorar mucho, quería gritar de dolor y de tristeza. Después de lavar los trastes, me dispuse a dirigirme al baño. Ya ahí me lavé la cara con agua fría y me cepille, pero pareciera que cada vez que me pasaba el agua por mi cara nuevas lágrimas salían y mi sufrimiento aumentaba.

Salí del baño y caminé rápido a mi cuarto, no miré atrás de mí ya que daba con la mesa en dónde estaba mi familia.

Ya estando en mi cuarto, me apoye sobre la cama y empecé a llorar como loco. De lo más profundo de mi ser salían lamentos, gemidos de dolor y jadeos a falta de respiración, todo siendo un recordatorio de lo que yo mismo he causado.

 De lo más profundo de mi ser salían lamentos, gemidos de dolor y jadeos a falta de respiración, todo siendo un recordatorio de lo que yo mismo he causado

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Al final, mis ojos cansados aún siguen viéndo a ella.

Mi diario personal no tan personal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora