Prólogo

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Estaba caminando por las calles de la ciudad, solo para matar el tiempo. Él ya estaba algo aburrido de quedarse en casa sin hacer nada.

Luego de un rato caminando, vió una tienda cerca y se decidió por comprar algo de comer y unos materiales que le hacían falta en su casa, como algunas temperas o pinceles. En eso el cielo se puso nublado, como si fuera a llover en cualquier momento.

"Me llamo Yuuma, tengo 22, ya hace unos años vivo solo. No tengo problemas económicos, ni nada de eso, vivo bien. No me molesta la vida que tengo tampoco. Hago lo que me gusta y vivo a mi manera. Es lo mejor.

Tengo unos amigos que viven cerca y me visitan a diario, la pasamos muy bien los días que me vienen a visitar.

¿Si tengo novia? Pues no, he tenido malas experiencias, que no me gustaria volver a sentir.

Pero igualmente no creo necesitarlo, soy felizmente soltero."

Era un chico alegre y libre, aunque aveces le daban unas depresiones que no podía parar, solo dejaba que se fueran solas. Le gustaba salir y más aún le gustaba viajar y ver el mundo que le rodea. Su hobby era pintar. Su casa estaba llena de cuadros echos por él y manchas de pintura por todas partes. Su sueño, según él.

Llegó a la tienda y compró algo de comida. Unas cuantas frutas, y algo para el almuerzo.

Ya se dirigía a la cajera, cuando vió un montón de libros amontonados en un estante.

A él le gustaba leer, se podría decir que le encantaba. Desde pequeño leía muchos libros, lo que causo que el fuera algo más inteligente que los demás que le rodeaban. Pensó que no le haría mal sacar alguno para leerlo en casa. Compro sus cosas y se fué.

En el camino vió a un pequeño gato negro con ojos azules undidos en los de Yuuma.

Iba saliendo de un callejon y se le notaban unas cuantas heridas en su pelaje. Yuuma, al asomarse, vió a unos cuantos gatos que al parecer tuvieron una pelea con este, pero se veían mucho más heridos.

Yuuma suspiró, miró al gato y trato de acercarse a  él, sin que huyera.

El gato se puso en defensa, pero el chico no se preocupó, supuso que era normal que lo hiciera.

Fue acercándose de a poco y terminó acariciándole la parte de atrás de la cabeza. El gato estiró su cabeza junto con su lomo por el gesto.

Yuuma sin pensarlo dos veces decidió llevarselo a casa, al menos debía curarle las pocas heridas que tenía.

Tomó con cuidado al gato, y lo mantuvo en sus brazos hasta llegar a su casa.

Esta vez, estaba viviendo en una casa algo adentrada a lo que era bosque, siempre viajaba, y no le gustaba mucho la ciudad. Siempre trataba de conseguir un lugar donde hubiera más naturaleza, para él era mas relajante.

Llegó a su casa, y llevó al gato a un sofa cerca del baño, en donde Yuuma sacó un botiquín de primeros auxilios. Fué dónde el gato y le limpió las heridas.

Al terminar con eso abrió un ventanal y asomó su cabeza para percatarse de que iba a llover o no. Se notaba que no llovería al menos hasta la noche, así que se decidió por salir.

Dejó la puerta entreabierta por si el felino se animaba a salir, y se sentó en una banca de madera negra, acolchonada para sentarse.

Le gustaba quedarse afuera a ver el cielo cuando iba a llover, en realidad lo hacía todos los días, pero verlo antes de la lluvia era lo mejor para él. Ese segundo donde puedes ver como cae la primera gota del cielo, era algo que admiraba ver. Se encontraba en un segundo piso así que era aún mejor.

El pequeño gato se decidió por salir y acomodarse al lado de Yuuma, a lo que él respondió con unas caricias en su lomo mientras seguía mirando el cielo.

De repente Yuuma sintió una pequeña gota caer en su mejilla mientras miraba. Agachó la cabeza y se secó la gota que cayó del cielo. Más gotas empezaron a caer lentamente y él ya pensaba que debía entrar.

En el momento que posó su vista en el gato, este estaba sacudiendo su cabeza por una gota que cayó justo en su nariz. Cada vez que caían más gotas sobre el gato este de a poco se iba incorporando y ya molesto, saltó al piso y corrió bajo un macetero con una gran planta que lo protegía de mojarse.

-solté una risa- Tranquilo amigo, sólo es un poco de agua. Vamos adentro- le dije parándome y acercándome a él, para recogerlo.

La lluvia se hizo más espesa cuando estuve a centímetros de él, y en el momento en el que lo toqué, volteó a mí con sus ojos azules.

Y pasó algo que Yuuma no podría haber imaginado que ocurriría.

En el momento en que sus miradas se conectaron, cayó un rayo sobre el chico y el gato, pero el sonido de este no fue tan estruendoso como normalmente es. Fue más débil,  por lo que no muchos se dieron cuenta de aquel rayo.

Y de lo que ocurrió ese día.

Historia de un gato negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora