Nunca creí que sería tan difícil ser un gato.
Aún recuerdo ayer cuando intenté conseguir algo de comida y otro gato vino a robarmela. O cuando casi me atropellaron como 5 coches. Era una calle bastante larga.
Los humanos son cada vez más extraños... Paseando por las calles de esta ciudad me he dado cuenta de tantas cosas.
Los humanos no saben convivir con algo diferente y siempre ha sido así. Son muy pocos los que en realidad se toman la molestia de notar mi presencia.
Muchos niños se han acercado a acariciarme o a darme algo de leche para comer. A veces ese gran hombre que trabaja en la carnicería me da una ración de carne o pescado que le sobre. Pero desafortunadamente nadie ha podido darme un hogar.
Han pasado 2 semanas... Es verdad, en realidad no es tan malo ser callejero. Pero me gustaría tener ese afecto humano que me daría un amo. Alguien que puedo decir con orgullo que es mi dueño.
Miraba ahora por la ventana de la carnicería donde se encontraba el Sr. Geffer trabajando. Por las calles no pasaba tanta gente ese día soleado.
-¿Qué te pasa, Black? - me dijo el Sr. Geffer acercándose a mí. Ese era el nombre con el que el me llamaba. Mm... quizás no es tan original, pero me gusta.
-Meow...- dije lentamente volteandome a verlo. No sé que más podría esperar él, yo no puedo decir palabras como él. No puedo hablar su idioma. Pero intenté decirle que no pasaba nada.
-Él suspiró- Sabes que no puedes estar aquí dentro. ¿Cuánto te lo tengo que repetir?
-Asentí con la cabeza y bajé de las mesas de los clientes para dirigirme a la puerta.
-En verdad pareciera que me entendieras, Black. Es sorprendente -sonrió.
Salí de la carnicería y ví a la florista de enfrente llamándome.
-Black! Oye, Black! Ven, tengo algo para ti! - gritaba desde la calle de enfrente. Todos los de aquí cerca han acostumbrado llamarme Black.
Cruce la calle con cuidado de los coches que aveces iban a gran velocidad y logré llegar a ella.
- Es hora de desayunar, Black.- dijo levantando una botella de leche en sus manos. Ella era la Sra. Rose. ¿Qué ironía no? Se llama Rose y tiene una florería. Además es linda y joven. Su pelo rojo siempre llama la atención de muchos y es muy amable. Cuando llegué a estas calles ella fue la primera en darme algo de ayuda.
-Meow, meow..!- me emocioné por la primera comida del día. Ella siempre tenía una botella de leche o un plato de comida de gato para mí en las mañanas.
-¿Tenías hambre, Black? Tranquilo, ya te sirvo tu leche.- dijo vertiendo la leche blanca sobre el plato con el dibujo de un gato en él.
-me acerqué al plato y bebí la leche con gusto. "Gracias" quise decir. Pero sólo salió un..- Meow..
-¿Y que harás hoy, Black? ¿Buscarás a un amo otra vez?
-asentí. La mayoría de humanos que conozco ya sabe que estoy buscando un hogar. Claro, ninguno puede mantenerme pero me ayudan.
Me despedí de ella con una mirada y me fuí. Caminé unas cuantas calles y llegué a una casa que tenía una enredadera que usaba para subir a los techos.
Ya arriba, pensaba donde iba a comenzar mi ruta. Por varias calles ya había diambulado en busca de alguien que se interese en mí, pero aún no encontraba a nadie. Quedaban unas cuantas calles, pero no perdía la esperanza de encontrar a alguien.
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Historia de un gato negro
Casuale¿Sabes de donde vienen los gatos negros? Ellos también tienen una historia, como todo el mundo. Esta es la historia de cierto gato negro. Puede ser triste lo que le ocurrió, o algo que cualquiera querría que le pasara. Pero claro, el sólo era un gat...