Hyunjin era el príncipe del reino de las flores, en dónde cada casa tenía un hermoso jardín con coloridas flores.
Un reino que funcionaba con magia, solo la familia real podía hacer uso de esta creando la maravillosa diversidad de plantas que existí...
Hyunjin había ido a cenar temprano y se levantó de la mesa ignorando a su hermana y yendo a su habitación.
Esa noche tenía planeado escaparse e ir a visitar a su amado.
Solo esperaba que todo salga bien y que no sea descubierto.
Hyunjin había hecho una pequeña maleta con Lo esencial para escapar esa noche no sabía si iba a volver o se quedaría con Seungmin hasta el día de la coronación.
Pero estaba decidido en volver.
No soportaba el ambiente tenso y hostil que había en el castillo con su hermana, no le gustaba la relación que estaban teniendo cada cuánto sacando temas personales que hacían sentir mal al otro.
Hyunji no era de faltarle el respeto a su hermana pero ya le habría gritado varias veces por haber mencionado a Seungmin cuando él no tenía nada que ver en el tema.
Llegó a su habitación despeinándose el cabello pasando sus dedos por su melena y acercándose al baño, quería tomar una ducha refrescante antes de visitarlo.
Quitó su camisa haciendo la que se deslice por sus hombros al igual que su pantalon, abrió el grifo y dejó que el agua fría lo consuma, suspiro más relajado al sentir el agua deslizarse por su cuerpo, había sido un día muy tenso con quién debía ir o no invitar a su coronación.
Por obvias razones Hyunjin quería que su pareja estuviera ahí pero la reina había insistido en que él ni siquiera pertenecía a la alta sociedad o siquiera a su pueblo.
Eso lo había molestado mucho ya que Seungmin era completamente un ciudadano más del valle.
Froto su rostro y puso varias esencias en su cuerpo limpiándolo por completo.
Hyunjin se envolvió una toalla en la cadera y salió a su habitación a cambiarse.
Quería algo discreto que no llame la atención una vez esté fuera del palacio o que por lo menos alguien lo hubiera salir.
Optó por algo sencillo el color negro era disimulado y le sentaba muy bien porque también quería verse apuesto para su novio.
Camisa de seda celeste y pantalón de vestir colocó una capa en sus hombros para el frío y tomó su maleta.
- Me encantaría decirte que me voy pero te has vuelto insoportable - susurró cerca de la habitación de su hermana - estaré bien prometo volver.
Hyunjin había dejado una carta de despedida en su habitación mencionaba el porqué de su partida sin despedirse.
Se supone que todos los trámites que debía ser él en el castillo habían culminado así que estaba en todo su derecho de marcharse.
Había cruzado los pasillos y llegado al salón principal donde aún estaban prendidas las luces.
Decidió salir por la puerta de la cocina sabiendo que su hermana no estaría ahí y sería imposible que ella siguiera entre a ese lugar.
Hyunjin se deslizó suavemente por la cocina caminando hasta la parte posterior de la misma y cuando estuvo tan cerca de abrir la puerta una de las empleadas lo sorprendió.
- Príncipe Hwang, que hace aquí, necesita que le sirva algo - Hyunjin se llevó la mano el corazón y volteó a verla y negó - gracias, No te preocupes solo iré a dar una vuelta por el jardín.
- Entonces que uno de los guardias te acompañe - maldita sea, pensó en su cabeza, esa voz que se había vuelto tan irritante últimamente habló tras el - creíste que realmente no me daría cuenta, qué significa esto.
La reina caminó hasta él sujetándolo del hombro con fuerza arrebatándole la maleta y lanzándole la carta que había dejado de despedida.
- Hyunjin lo voy a desterrar - habló con dureza- así que quédate aquí si no quieres que haga eso.
¿Una amenaza?
Genial, cuánto tiempo más duraría este encierro.
Estaba ansioso por siquiera tomar su mano.
Solo queda esperar al día de la coronación.
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