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El teléfono sonó en la quietud de la habitación, rompiendo el silencio con una insistente llamada. Kuroo se estremeció levemente al escucharlo, como si el sonido fuera una intrusión en su propio mundo de penumbras y susurros.

Con un suspiro, se levantó de la silla donde había estado sumido en la oscuridad, y se dirigió hacia el aparato que ahora parecía un intruso en su santuario de melancolía. Con dedos temblorosos,  llevó el teléfono a su oído, preparado para enfrentarse a lo que sea que el mundo exterior tuviera reservado para él.

"¿Sí?" Su voz sonaba más ronca de lo habitual.

"¿Cómo estás, bro? He estado preocupado por ti últimamente. No te he visto salir de casa en días." Habló desde la otra linea, su mejor amigo de años Bokuto Koutarou, quien estaba llena de genuina preocupación, como si pudiera sentir el peso de la carga que Kuroo llevaba sobre sus hombros.

Kuroo cerró los ojos, luchando contra la oleada de emociones que amenazaba con ahogarlo. "Estoy bien", mintió, sabiendo que sus palabras caían en oídos sordos. "Solo... pasando por un momento difícil, supongo."

Hubo un breve silencio al otro lado de la línea, como si Bokuto estuviera sopesando sus palabras. "Kuroo, sé que las cosas han sido difíciles desde Kenma. Pero no puedes quedarte encerrado para siempre. Necesitas salir, enfrentarte al mundo, seguir adelante."

Las palabras de Bokuto resonaron en su mente, pero Kuroo no pudo evitar sentirse atrapado en la telaraña de su propio dolor. "Lo sé", murmuró, incapaz de articular las tormentas que rugían en su interior. "Lo intentaré."

Con un suspiro, Kuroo colgó el teléfono, dejando que la habitación volviera a sumirse en el silencio. Sabía que su amigo tenía razón, que no podía esconderse para siempre en las sombras de su propio sufrimiento. Pero el camino hacia la luz parecía tan lejano, tan inalcanzable, que no podía imaginar cómo comenzar a caminar hacia él.

Entre sombras y susurros | KurokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora