cap 84

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Primero pide un deseo

Ángela se frotó el cuello, "¡Es una exageración!".
Álvaro sacó la caja de su bolsillo y se la entrego. "¡Ayúdame a ponérmelo!".
Ahora Álvaro se vería perfecto con su traje de negocios.
Ángela siguió sus instrucciones, sacó el broche y ayudó a ponérselo con
cuidado.
"¡Listo!, ¡Magnífico!". La habilidad para poner el broche le indicó que esta
no era la primera vez que hacía esto.
Dejando de lado los elogios, Álvaro le preguntó en voz baja: "¿Hiciste esto
para alguien más?"
"Sólo para mi papá... y para Gonzalo una vez". La última vez, su cuñada no
estaba en casa, y Gonzalo se acercó a ella pidiendo ayuda, él era tan tonto que
no sabía como poner correctamente el broche en el pecho.
Cuando Álvaro escuchó el nombre de Gonzalo, se sintió un poco triste. "Tu
madre puede ayudar a tu padre con esto, y tu cuñada puede hacerlo por
Gonzalo, ¡No lo hagas por ellos la próxima vez!".
Ángela tardó en reaccionar, y respondió casualmente: "¡No importa! !Me da
igual!", "¡No es difícil hacerlo de todos modos!" Ella se quejó en su interior.
"¡Sí me importa!". Álvaro la tomó de la cintura con fuerza.
'Dios mío...' Ella se quedó sin aliento. Ángela vio como aparecía la
insatisfacción en el rostro de Álvaro y se preguntaba "¿Por qué?"
"Está bien", murmuró ella, "ya no lo haré por ellos".
Al recibir una respuesta satisfactoria de Ángela; Álvaro estaba a punto delevantarla, cuando de repente...
"Grrr, grr..." ¿Esto era un gemido del inframundo? ¿el sonido de una puerta a
la que le sonaban las bisagras? No había manera de saber cuál era el origen
del ruido.
Ángela sabía que era, se sintió tan incómoda que cubrió su vientre de
inmediato y saltó de las piernas de Álvaro, "¡Jesús! ¡Dime que no has oído
nada!" "¡Nada!"
Álvaro pensó: "¡Qué tonta!" ¡Realmente esto no tenía importancia! ¿Ella no
había cenado? ¡Debió decírlo eso antes!
"¡Ven acá!", le dijo Álvaro. Parecía muy hambrienta.
Ángela se rascó el cuello. "¡He olvidado cenar esta noche!"
Álvaro se levantó de la silla y le preguntó: "¿Qué quieres comer?, Iremos a
algún lugar en mi carro".
Ángela lo pensó y de repente, ¡sus ojos se iluminaron! "¿Me llevas a un lugar
y compramos algo?"
Álvaro asintió, estando de acuerdo.
Unos diez minutos más tarde, después de buscar las llaves del auto y
conducir algunas cuadras, pararon frente a una pastelería.
Álvaro sabía lo que ella iba a hacer, entonces le dijo a Ángela, "¡No me gusta
el pastel!".
"¡Pero a mí me gusta el pastel!", respondió Ángela. 'La gente debe tener un
pastel el día de su cumpleaños', pensó ella, "¡De lo contrario, no puede
llamarse cumpleaños!".
Aunque Álvaro tenía pastel en casa de su madre, él no tenía un pastel para
partir con ella, la única persona con la que compartiría una rebanada con
gusto.¡Si Nita podía celebrar el cumpleaños con él, entonces Ángela podía hacer lo
mismo!
Ella no solo le pidió a Álvaro que usara su regalo todos los días, sino que
también deseaba comprarle un pastel para celebrar su cumpleaños. '¡Eso sería
genial!'.
Pensando en esto, Ángela fue a la pastelería a pesar de la oposición de
Álvaro.
Él dedujo cual era su intención, negó con la cabeza y la siguió a
regañadientes.
Ángela prometió que compraría un pastel pequeño para suavizar la queja de
Álvaro, le pidió al empleado que empacara un pastel de Selva Negra sencillo
y algunos postres.
Cuando Ángela fue a la caja a pagar, Álvaro fue rodeado por varios
vendedores, estos miraron y examinaron a Álvaro con los ojos iluminados
como máquinas de pinball.
Esta situación la molestó, así que pagó rápidamente y corrió hacia él y le
tomó de brazos "¡Vámonos de aquí!" "Arpías".
Inconscientemente, ambos se habían acostumbrado a la emoción e intimidad
que les producían estas situaciones, y ya no se preocupaban por ello.
Antes de volver al departamento, Álvaro le preguntó nuevamente: "¿Quieres
comer algo más?"
"¡No, el pastel y los postres son altos en calorías!, ¡De verdad, no quiero
comer nada más!".
Álvaro no dijo nada.
Después de regresar a casa Ángela abrió el pastel, Álvaro colgó el saco de su
traje.Sin que Álvaro lo descubriera, en la tienda Ángela había comprado dos velas
coloridas, eran un dos y un ocho, respectivamente; ella hundió las velas en el
centro del pastel y las encendió con un cerillo.
Ángela se levantó rápido, "¡Ala grande! ¡Ven acá! ¡Todo está listo!".
Él no podía rechazarla cuando vio su irresistible sonrisa iluminando su rostro,
guardó la corbata, se acercó a ella y se sentó en el sofá.
Ángela se puso en cuclillas, levantó el pastel y dijo: "¡Doctor Gu, antes que
se apaguen las velas, pide un deseo!".
Aunque Álvaro había soplado velas de cumpleaños anteriormente, nunca
había pedido un deseo de cumpleaños.
Ahora él se sentía diferente, miró a Ángela fijamente y pidió un deseo con
todo su corazón.
"Deseo..." 'Que Ángela se quede conmigo para la llegada y despedida de cada
cumpleaños', dijo esto en su interior.
Ángela se sonrojó, su corazón latía muy rápido, y le recordó en voz baja:
"¡No me mires!", "¡Debes juntar las palmas de las manos y cerrar los ojos
como si estuvieras rezando mientras pides tu deseo!".
"¡Ya he pedido mi deseo!". Él no quería cerrar los ojos, pues temía que al
abrirlos Ángela no estuviera allí...
Ángela miró el orgullo que aparecía en su rostro, guardó silencio y no prestó
más atención a ello.
"¡Está bien!, ¡Apaga las velas!" El pastel apareció justo debajo de su nariz.
Bajo la luz de las velas, Ángela se veía tan hermosa que Álvaro dijo
suavemente: "Vamos a apagar las velas juntos".
"¡Bueno! ¡Vamos a apagarlas!" Su sinceridad erradicó el orgullo, y sucomportamiento cambió totalmente. Después de contar hasta tres, ¡Apagaron
las velas juntos!
Ángela tomó un cuchillo y se lo pasó a Álvaro. "¡Aquí tienes¡ ¡Corta el
pastel!"
Sin embargo, Álvaro dijo nuevamente: "¡Vamos a hacerlo juntos!"
"Pero... ¿Por qué partiríamos el pastel juntos?"
Inesperadamente, Álvaro la tomó en sus brazos, una mano estaba en su
cintura y con la otra trataba de cortar el pastel...
Álvaro inclinó la cabeza y presionó su mejilla contra la de Ángela, sus largas
pestañas revoloteaban.
Esto hizo que sin dudarlo, él no evitara besarla.
A Ángela le costó mucho suprimir su excitación, pero ella lo rechazó con su
mirada. "Oye", dijo ella, "¿Qué tal si acabamos de cortar el pastel?"
Álvaro pensó, 'qué adorable chica', lo que hizo que se aumentara su pasión.
"¡Puedes ayudarme a cortar el pastel!", al escuchar esto, Ángela fingió dar
una respuesta a la ligera, "¡De acuerdo!, ¡Bien!, como es tu cumpleaños, no te
voy a culpar".
Ángela cortó el primer trozo de pastel, lo puso en un plato con cuidado y se
lo entregó a Álvaro, "¡Feliz cumpleaños!, ¡Prueba el pastel!".
Álvaro recibió el pastel para disfrutarlo sentado en el sofá, tomó una porción
de crema con su tenedor y se la llevó a su boca. "Come tú primero".
"La verdad, ¡Tú debes comer el pastel primero, son las reglas!".
Sin embargo, Álvaro le dijo en tono divertido: "¡Pruébalo por mí!, ¡Quiero
saber si esta envenenado o no!"
Ángela se quedó sin palabras, casi se vuelve loca.Para no decepcionarlo, ella abrió la boca y comió del pastel. "¿Estás
satisfecho? ¡Cumpleañero!".
Álvaro asintió con satisfacción, tomó más crema con su tenedor e hizo lo
mismo otra vez. "¡Otra!, ¡Dí ah!". "¡No es venenoso!". Con voz melodiosa
ella dijo, "¡Tú puedes comerlo solo!".
"Pruébalo y dime si está muy dulce".
Una vez más, Ángela se sintió como si estuviera en un sueño. Pensando en su
apariencia arrogante, olvidó cómo era realmente el sabor del pastel. Una vez
más decidió probarlo, "No está muy dulce", dijo ella.

Enamorada del doctorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora