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-Quédate quieto de una vez

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-Quédate quieto de una vez.

-Me estás ahogando, Sam.

-Te voy a ahogar de verdad como no te quedes quieto.

Nina intenta no sonreír mientras se da los últimos retoques delante del espejo y la voz de sus dos lobos le llega desde el salón. Camina hacia ellos, sus tacones resonando en el suelo de madera, y la imagen que hay ante ella le hace arquear una ceja.

-No entiendo cómo podéis ser adultos funcionales y no saber anudar una corbata.

Su voz hace que los chicos se giren, parando en seco el inútil intento de Sam de anudarle de manera correcta la corbata a Paul; la suya propia está rodeando su cuello pero de una manera totalmente incorrecta.

-Leah nos odia, ¿por qué nos obliga a ponernos esto? –se queja Paul apartando las manos de Sam con un manotazo.

Nina niega con la cabeza conteniendo la risa mientras se acerca a ellos. Puede notar sus miradas recorriendo su cuerpo, deslizándose por el vestido verde oscuro que se amolda a su figura, llegando hasta sus tobillos y sujeto a sus hombros con unos finos tirantes.

Cuando se mueve, la abertura del vestido que tiene en la pierna izquierda se abre, dejando entrever parte de su muslo y jura que los ojos de sus lobos se oscurecen ligeramente.

-Déjame a mí. –ordena colocándose delante de Paul y anudando su corbata en apenas un minuto. Ante su mirada sorprendida, se encoge de hombros. –Soy buena haciendo nudos.

Se gira para pillar a Sam con la mirada clavada en la curva de su trasero, perfectamente amoldado por la tela.

-¿Me estás mirando el culo, Sam Uley? –intenta que su tono suene crítico pero es complicado cuando una sonrisa torcida aparece en los labios del alfa.

-Quizás. –responde y eso la hace poner los ojos en blanco mientras anuda su corbata.

-Es un buen culo. –la voz de Paul suena cerca de su oído, puede sentirlo pegado a su espalda, su mano deslizándose poco a poco por la curvatura de su trasero.

-Sé lo que pretendes, Paul Lahote. –le advierte pero no puede evitar un escalofrío cuando Paul le aparta un rizo con delicadeza de su hombro para depositar un beso justo encima de su tatuaje.

Sam, con la corbata bien anudada, se inclina hacia ella, sus labios recorriendo su cuello con lentitud.

-¿Qué crees que pretendemos, Nina? –la voz de Sam se ha vuelto un tono más ronca y la rubia estira el cuello para darle mejor acceso mientras las manos de Paul se afianzan en sus caderas.

-Si crees que vamos quitarte este bonito vestido y follarte en cada superficie disponible, has acertado. –la voz de Paul se convierte en un gruñido bajo cuando Nina se mueve contra él, rozando su trasero contra el creciente bulto que oculta su pantalón de traje.

Manada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora