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-¿Por qué tengo que ordenar esto?

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-¿Por qué tengo que ordenar esto?

-Porque le prometiste a Sam que lo harías...hace dos meses. –como para dar énfasis a sus palabras Nina se cruza de brazos sobre su ya abultado vientre de seis meses.

Paul resopla, intentando poner algo de orden en los cajones en cuyo interior han ido acumulando cosas sin sentido a lo largo de los años. Nina lo observa desde la silla más cercana. Sam ha ido a patrullar las fronteras de su territorio, más una costumbre que una verdadera necesidad y la rubia quiere darle la sorpresa de poner un poco de orden en la casa.

Ahora que la llegada del lobito está cada vez más cerca cree que es una buena ocasión para intentar meter algo de orden en las costumbres de Paul.

A pesar de que él no colabora demasiado.

-Sabes, se me ocurren por lo menos tres cosas que podría hacer mucho más divertidas ahora que estoy de rodillas. –la sonrisa juguetona del lobo le hace poner los ojos en blanco aunque siente cómo sus mejillas se calientan.

-No tienes remedio. –se queja la chica.

-Pero me amas así. –replica él antes de abandonar de nuevo el cajón y acercarse a ella, dejando un beso suave sobre sus labios mientras apoya una mano sobre su vientre. Su sonrisa se transforma en una de pura ilusión al sentir una patada desde el interior y se agacha hasta quedar a la altura del vientre. –También te amo a ti, lobito, no hace falta que estés celoso.

El teléfono suena a unos metros y Nina se levanta antes de que Paul pueda encontrar una nueva excusa para olvidar su tarea.

-Sigo a lo tuyo, yo respondo. –le advierte y el lobo resopla pero obedece. Nina agita la cabeza con una sonrisa entre divertida y resignada mientras responde al teléfono, donde brilla el nombre de Sam. –Aquí una mamá loba que parece que tiene un cachorro de más.

Escucha a Paul quejarse por ello mientras se le escapa una risa divertida.

-Nina. –es el tono de Sam lo que borra la diversión de ambos de un plumazo. -¿Estás en casa? ¿Estás con Paul?

-Sí, sí. –el lobo ya se ha incorporado y acercado a ella, sus músculos tensos y su rostro serio, sin rastro del humor de segundos antes. –Te pongo en altavoz.

-¿Qué pasa, Sam?

-Alice y Jasper han cruzado nuestra frontera y han dejado una nota para los Cullen.

Paul y Nina intercambian una mirada de confusión.

-¿Qué dice la nota? –quiere saber la chica.

-Reunid a cuantos testigos podáis antes de que la nieve se endurezca. Es cuando vendrán. –la voz de Sam suena seria y a la vez confusa mientras lee en voz alta.

-¿Quién vendrá? –pregunta Paul y Nina tiene el presentimiento de que ninguno quiere saberlo.

-No lo sé, no me han dicho nada más. Tenían prisa. Parecían estar...

Manada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora