Capítulo 4: Monstruo

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POV: EMILY

Definitivamente, él me odiaba.

Al principio pensé que estaba ante un auténtico milagro, era sorprendente cómo estaba tan... vivo. Me impresionaba hasta del más mínimo detalle, cómo alguien creado artificialmente podía si quiera respirar, pensar y actuar.

Jamás me hubiera imaginado que podría estar viendo algo cómo él, parecía una película de Ciencia Ficción.

Pero con el pasar de los días fue convirtiéndose en una tortura. Era insoportable.

Odiaba el silencio. Mi mente me atormentaba cuando no habían sonidos.

Desde que había llegado Damiano se había dedicado a ignorarme. En aquella habitación no podía escuchar nada más que el sonido de nuestras respiraciones, los pitidos de las pantallas, y el sonido que emitían los trazos profundos sobre sus hojas de dibujo. Nada más. Todos los días.

Empezaba a incomodarme, si hubiera deseado un silencio sepulcral, me hubiera quedado sola llorando en mi sala. Y mierda que lo debería haber hecho. No sabía qué hacía allí. Era obvio que, desde que puse un pie en estas paredes, me había arrepentido fervientemente de  mis decisiones tomadas.

Ni siquiera sentía que podía hacer algo útil. Me habían dejado la tarea de documentar su comportamiento ¿Pero cuál era este? Basándome en sus expedientes anteriores, era lo mismo que estudiar una planta. Aunque, hubiera preferido esto último, al menos en aquella situación no sería tan incómodo, una planta no me largaría miradas despectivas.

Nada variaba más que verlo dibujar, verlo realizar actividades físicas, verlo correr por la caminadora eléctrica mientras tenía cables conectado en su cuerpo para ver sus signos vitales, y verlo hacer absolutamente nada.

¿Para qué estaba yo allí? ¿Por que buscan investigarlo tan a fondo? Y lo peor de todo ¿Qué planean hacer con el? ¿Para qué fue creado?

Aquellas preguntas me daban mala espina.

Incluso siento pena. Recuerdo lo incómodo que se puso cuando vi sus cicatrices en el cuello por primera vez.

¿Por qué las tendría? Quiero creer que se debe a algún inconveniente que tuvieron al momento en que fue creado. Capaz que le hicieron incisiones para salvar su vida. O tal vez no.

Me quedé observando sus cicatrices, aprovechando que el se encontraba inmerso en su mundo de pensamientos. Aquel día había hecho ejercicio, entonces iba un poco más desabrigado que de costumbre. Llevaba una camiseta manga larga blanca, muy ajustada a su cuerpo. Sus cicatrices son aún más visibles que con la sudadera. Pero de a poco, mi mirada comenzó a descender por su cuerpo.

Damiano estaba muy en forma, demasiado, podía notar incluso cómo sus músculos se ceñían bajo la tela. Recorrí con la mirada todo su cuerpo hasta sentir el peso de su mirada.

Me observaba en aquel momento fijamente. Quedé petrificada cuando vi aquellos ojos demasiado claros. Nunca había visto unos así, de alguna forma me asustaban, pero eran demasiado hermosos. Sus cejas oscuras y pobladas contrarrestaban con ellos haciéndolos destacar aún más. Eran expresivos, parecían transmitir todo lo que pensaba. Incluso parecían de mentira, todo en él. Su belleza parecía simétricamente calculada para ser perfecta ¿Habría sido manipulado para que genéticamente sea tan atractivo? Porque sino, no lo explicaba.

De un momento a otro, sus ojos se tornaron de una tonalidad más oscura. Me miraba molesto, cómo si pudiera leer mis pensamientos.

Me quedé quieta en el lugar, sin aliento.

SANGRE PROHIBIDA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora