capitulo 7

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Abbot se encontraba sentado detrás del escritorio, con la pierna sobre la rodilla. 

—No has comido mucho en la cena. ¿Aún te sientes mal? Me dejé caer en la silla. Tan solo había logrado dar uno o dos bocados durante la tensa cena. Petr me había mirado fijamente todo el tiempo. 

—No quiero que estén aquí. Abbot se frotó la barba con los dedos. Llevaba el pelo color arena hacia atrás, como siempre.

 —Layla, entiendo que te sientas incómoda. Elijah me ha asegurado que no vas a tener problemas con Petr. 

—¿De verdad? Tiene gracia, porque antes Petr me ha arrinconado. Sus dedos se detuvieron y sus ojos se agudizaron. 

—¿Te ha hecho algo? 

—No fue como... la última vez. Me moví en mi sitio, incómoda, notando cómo me ardía la cara. Él soltó un suspiro bajo y prolongado. 

—¿No puedes mantenerte alejada de él durante la próxima semana? Me quedé pasmada. 

—Yo me mantengo alejada de él. ¡Es él quien no se mantiene alejado de mí! Si vuelve a acercarse a mí, juro por Dios que voy a quitarle el... Abbot dio un golpe en el escritorio con la mano, y me hizo saltar en la silla. 

 —¡No vas a hacer tal cosa, Layla! El corazón me dio un vuelco. 

—No lo decía en serio. Lo... lo siento. 

—Sobre ese asunto no se bromea. —Negó con la cabeza y habló como si yo fuera una niña que se hubiera portado mal

—. Estoy muy decepcionado porque hayas pensado siquiera en decir algo así. Si alguno de nuestros visitantes te hubiera oído, incluyendo el padre de Petr... el daño sería irreversible. Noté un bulto desagradable y pegajoso en el pecho. Odiaba decepcionar a Abbot. Le debía demasiado: una casa, mi seguridad, una vida. Bajé los ojos, retorciendo el anillo entre los dedos.

 —Lo siento... De verdad, lo siento mucho. Abbot suspiró, y oí que se reclinaba en su asiento. Levanté la mirada; no quería sumarme a su larga lista de preocupaciones. Se pasó los dedos por la frente, con los ojos cerrados. 

—¿De qué querías hablar conmigo, Layla? De pronto, todo el asunto del zombi ya no parecía tan importante, y tampoco la presencia de Roth. Solo quería ir a esconderme a mi habitación.

 —¿Layla? —insistió, y sacó un puro de una caja de madera de su escritorio. Jamás se los fumaba, pero le gustaba juguetear con ellos. 

 —No es nada —dije finalmente

—. Tan solo es algo que ha sucedido hoy en el instituto. Sus cejas pálidas se elevaron un centímetro. 

—¿Querías hablar conmigo sobre el instituto? Sé que Zayne ha estado ocupado con la llegada de Danika y el entrenamiento, pero tengo muchas cosas entre manos ahora mismo. A lo mejor a Jasmine le apetece charlar un rato contigo. Tenía la cara tan caliente que me sentía como si pudiera freír un huevo sobre ella. 

—No quiero hablar de chicos ni de mis notas. Hizo girar el puro entre los dedos. 

 —¿Cómo van tus notas? La profesora te va a dejar hacer el examen mañana, ¿verdad? Solté el anillo y me aferré a los brazos de la silla, frustrada. —Mis notas van bien. Y tengo el examen... 

—¿Qué estáis haciendo vosotros dos aquí? Me giré y vi a Zayne en el umbral de la puerta, con el pelo cayendo alrededor de su rostro como capas de arena. 

—Estoy tratando de contarle a Abbot lo que ha pasado hoy en el instituto. Su expresión perezosa se volvió de sorpresa. Echó un vistazo a su padre mientras una lenta sonrisa se extendía por sus labios. 

el beso del infierno libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora