capitulo 22

26 4 0
                                    

El domingo me sirvieron todas las comidas en mi habitación. Zayne recuperó mi mochila de casa de Stacey. Me confiscaron el móvil, pero no antes de que pudiera borrar el número de Roth de la memoria. También me confiscaron el portátil y la tele. Esperaba que Nicolai me quitara los libros, pero debí de darle lástima, porque los dejó en su sitio. Traté de hablar con él, pero no estaba dispuesto a hacerlo. Además de los breves momentos que había estado allí, la única visitante que tuve fue Danika, cuando me trajo la comida. No me habló, y me pregunté si le habrían ordenado no hacerlo. Abbot apareció para preguntarme por enésima vez cómo se llamaba y, al ver que no se lo decía, cerró la puerta con tanta fuerza que las ventanas de mi habitación repiquetearon. No volví a ver a Zayne hasta el lunes por la mañana. Llamó una vez a la puerta antes de abrirla, y así fue como supe que se trataba de él.

 —Prepárate para ir al instituto —dijo, mirando al suelo. 

—¿Abbot me deja ir al instituto? Lo miré fijamente, sorprendida. 

—Me parece que está planteándose enseñarte en casa, pero por el momento piensa que el instituto es suficiente castigo. Gracias a Dios que no les había contado que Roth iba allí. Salí de la cama, me duché y me vestí en tiempo récord. Sentí una chispa de esperanza, pero traté de mantener mi emoción al mínimo. Zayne no me habló durante todo el camino al instituto, salvo cuando me bajé del coche. 

—No pienses siquiera en escaparte del instituto. Abbot comprobará que estás a lo largo del día. Se alejó antes de que pudiera decir una palabra. Con un suspiro, me giré y me apresuré a entrar en el edificio. Stacey se encontraba junto a mi taquilla cuando llegué. 

—Vale. Tienes que contármelo todo. Empezando por la razón por la que Zayne fue a buscar tu mochila y por qué no me llamaste ayer.

—Me pillaron. —Saqué mi libro de Biología

—. Y estoy castigada de por vida. 

 —¿Cómo? —preguntó con un jadeo. 

—Uno de los Guardianes nos vio. —Cerré la taquilla, odiando tener que contarle una mentira más después de todo lo que había pasado ese fin de semana

—. El resto es historia.

 —Eso es muy injusto. Jamás haces nada malo, y para una vez que lo haces, te pillan. —Negó con la cabeza

—. Dios te odia. 

—Y que lo digas. Entrelazó el brazo con el mío y frunció los labios. 

—Bueno, pasando a las cosas más importantes. ¿Al menos pudiste estar un rato con Roth? 

—Un rato, pero no... No pasó nada. Nos pillaron bastante rápido. Cambié de tema enseguida, demasiado nerviosa para hablar sobre Roth cuando debería verlo en un minuto o así. Salvo porque cuando estuve sentada en clase de Biología y sonó la última campana de advertencia, Roth no apareció. La ansiedad se deslizó sobre mí como una segunda piel, empeorando cuando llegó la hora de la comida y seguía sin haber señales suyas. 

—Espero que Abbot no lo matara y escondiera su cuerpo —comentó Stacey

—. Porque los Guardianes dan un poco de miedo, ya sabes. Mi apetito murió por completo. 

—¿Qué ha pasado? —preguntó Sam, enderezándose las gafas. Mientras Stacey le resumía rápidamente cómo me habían pillado el fin de semana, yo no dejaba de mirar las puertas dobles en la parte delantera de la cafetería. Con las palmas sudadas y el estómago lleno de nudos, esperé. Esperé a Roth, pero no apareció. 

 * * * A medida que los días se convertían en una semana y seguía sin haber señales de Roth ni ningún cambio en casa, ya no estaba segura de qué creer. Las propias palabras de Roth volvieron para atormentarme una y otra vez. «Soy un demonio. Todo lo que hago es mentir». ¿Podía haber estado mintiéndome desde el principio, utilizándome para conseguir la Llave y poder invocar a los Lilin? ¿Era eso por lo que no había tenido noticias suyas ni lo había visto?No... no podía ser. Roth no me había manipulado. 

el beso del infierno libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora