[ Antes de que Teresa llegara al Área, Emma fue la primera chica allí y sola tuvo que convivir con varios chicos sin la ayuda de ninguna presencia femenina. Y sin darse cuenta provoco que dos chicos se enamorasen de ella causando varios conflictos a...
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Era de noche, y la fogata estaba a punto de comenzar. El problema era que casi nadie se sentía del todo bien; la comida que Newt y la chica habían preparado parecía haber provocado en varios un fuerte dolor de estómago. Sartén dejó en claro que la cocina definitivamente no era el lugar para ellos.
La rubia se dio un baño, tal como Alby le había recomendado, asegurándole que eso la ayudaría a relajarse un poco. Al terminar, se acercó a un baúl que había llegado con ella en la caja. Al parecer, contenía sus pertenencias, aunque no era mucho: algo de ropa, un cuaderno con un lápiz, y un cepillo.
Tomó algo de ropa y se vistió rápidamente. Luego se cepilló el cabello rubio con cuidado y, una vez lista, salió de la cabaña, avanzando tímidamente hacia la fogata. Al llegar, observó a varios chicos charlando y riendo, aquellos que habían sido afortunados y no habían probado su comida.
De pronto, un grito de Alby rompió el murmullo. —¡Préndela!
Un grupo de chicos grito con entusiasmo mientras Newt lanzaba una antorcha hacia una gran pila de madera, que se encendió rápidamente, iluminando la noche con una gran hoguera.
Entonces la diversión comenzó. Los chicos parecían animados y despreocupados, lo cual tranquilizó a la rubia. Por un momento, se sintió cómoda en el cálido ambiente y pensó en cómo esta era su primera noche en el Área, la primera de muchas.
Se sentó un poco apartada de la fogata, observando el ambiente con cierto aburrimiento. —Hola, novata —dijo un chico de rasgos asiáticos que se acercó a ella.
Ella, algo sorprendida de que le hablara, le devolvió el saludo tímidamente.
—¿Por qué estás tan alejada de la fiesta? —preguntó él, sentándose a su lado.
—Solo estaba pensando —respondió ella, mirando hacia algún punto incierto en el suelo.
—¿En qué? —insistió, curioso.
Ella lo miró de nuevo. —¿Cuál es tu nombre?
—Soy Minho —dijo el chico, sonriendo.
Ella esbozó una pequeña sonrisa y asintió. —Ahora responde la pregunta —le recordó Minho, esperando una respuesta.
La chica tardó unos segundos en contestar. —Pues… estaba pensando en varias cosas, como mi nombre, por ejemplo. No recordar quién soy es… frustrante.
Minho le lanzó una mirada tranquila. —No le des tantas vueltas. Cuando menos lo esperes, tu nombre te vendrá a la cabeza.
—Eso espero —dijo ella con una ligera mueca—. No me gusta que me llamen “novata”.
—Tendrás que acostumbrarte, novata —dijo Minho con una risa divertida—. Te llamarán así, al menos por un mes.
La chica suspiró. Parecía que tendría que aceptar su apodo, al menos por ahora. —¿Y solo en eso pensabas? —preguntó Minho, aún intrigado.
Ella sacudió la cabeza. —No, también me preguntaba por qué soy la única chica aquí —admitió, un poco desanimada. Hubiese preferido que al menos hubiera otra chica para sentirse acompañada.
—Nosotros también nos lo preguntamos —dijo Minho con una sonrisa—, pero te aseguro que es interesante tener a una chica aquí, al fin.
—Ojalá venga otra pronto —murmuró, casi para sí misma.
—Quizá el próximo mes llegue alguien más —le dijo Minho, intentando animarla.
En ese momento, Newt apareció con una botella en la mano. —¿Qué es eso? —preguntó ella, extrañada.
Minho, con una sonrisa juguetona, se adelantó a responder. —¿Quieres probarlo?
Ella lo miró, dudando. —Anda, pruébalo —la animó.
La chica miró a Newt, quien solo se limitaba a reprimir una sonrisa. Finalmente, tomó la botella y bebió un sorbo. Apenas el líquido bajó por su garganta, empezó a toser, y Minho y Newt soltaron una carcajada.
—¿De qué está hecho esto? —preguntó con una expresión de disgusto.
—Es un misterio, una receta de Gally —respondió Newt, aún divertido.
—Pues no sabe muy bien… —murmuró la chica.
—A casi nadie le gusta la primera vez. Con el tiempo, te acostumbras —dijo Newt, encogiéndose de hombros.
—Hablando de cosas que no saben bien… la comida de hoy fue horrible —comentó Minho, de repente. Newt y la chica se miraron, nerviosos.
—Sí… bueno, supongo que Sartén no sabe cocinar tan bien como parece —dijo Newt con una sonrisa incómoda.
Minho puso cara de asco. —Ha sido lo peor que he probado.
—Cambiemos de tema, por favor —interrumpió la chica rápidamente.
—Oh, por cierto, novata, ¿ya descubriste en qué trabajo puedes ser útil? —preguntó Minho.
—Aún no. Supongo que mañana seguiremos buscando —respondió, un poco frustrada.
Los tres continuaron conversando durante toda la noche. En un momento, ella les preguntó qué hacían en el Área. Minho miró a Newt, algo incómodo, pero le explicó que era corredor. Newt, sin embargo, cambió de tema de inmediato, lo que la dejó algo desconcertada.
Después, ambos chicos intentaron hacer que se integrara un poco más, pero ella se negó. Las fiestas, el ruido y socializar no eran lo suyo, y se dio cuenta rápidamente de ello.
Finalmente, cuando ya era tarde, todos comenzaron a retirarse para dormir. La chica se fue a la cabaña y se recostó, intentando conciliar el sueño. Sin embargo, le resultaba difícil; la oscuridad absoluta le resultaba inquietante. Aun así, después de un rato, logró dormirse.
En sus sueños, imágenes borrosas comenzaron a formarse.
Ella estaba ayudando a una chica de cabello oscuro.
—Tranquila, Teresa, es solo una pequeña herida. Estarás bien —le decía, aplicando un vendaje con calma.
La otra chica la miró y sonrió. —Gracias, Emma.
Emma. Ese era su nombre. Al despertar, el recuerdo la llenó de emoción. Por fin lo había recordado. Comprendió entonces por qué su collar llevaba la letra “E”. Dando pequeños saltos de alegría, apenas podía contener la felicidad.
Pero cuando la emoción se calmó, el sueño volvió a su mente. ¿Quién era Teresa?
