Perdóname, amor, el dolor me come desde dentro, me ahoga, me marchita.
Perdóname, amor, que no soy suficiente felicidad para nuestro proyecto de paraíso.
Perdóname, amor, que he convertido las noches en vela en rutina hasta el punto de que nuestra cama ya no reconoce mi cuerpo.
Perdone, amor, que hoy he decidido huir con el viento, para que mi nombre solo lo escuches a lo lejos...