La mañana de ese lunes fue de las más caóticas que Martin había vivido en su vida. Durante el finde los médicos no habían pasado a ver a sus pacientes, por lo que estos se encontraban llenos de quejas, de exigencias y de preguntas a las que Martin no tenía respuesta. Se revisó bien los casos y se aseguró de administrar la medicación en hora, de presentarse a todos sus pacientes y de apuntar en una hoja sugerencias para los médicos sobre cosas que podrían mejorar en las pautas de tratamiento o en el manejo. Al fin y al cabo él tenía a los pacientes más cerca y sentía que, de alguna forma, eso le daba ventaja con respecto a los médicos.
A las 12 Ruslana le pidió que la acompañara a la salita común para tomarse un café. Martin la acompañó y esperó a que los cafés estuvieran encima de la mesa para lanzar la pregunta que llevaba tiempo guardándose:
- ¿Puedo preguntar qué ha sido lo de esta mañana?- Ruslana frunció el ceño pero pareció entender a lo que se refería y soltó una risa relajada
- Supongo que lo dices por Alex y Denna, ¿no? Tienen un rollo un poco raro... Todo el mundo sabe que se gustan, pero Alex está empeñado en que nunca estaría con alguien del trabajo. Se acabarán casando, ya verás, al final uno puede resistirse al amor solo hasta cierto punto. Hasta entonces, Denna tampoco tiene pensado esperar sentada, supongo.- Martin asintió, entendiendo.
- Vaya líos os traéis... ¿Algo más que deba saber? ¿Qué era eso que le ha dicho de que "había caído ella también"? ¿En qué?- Ruslana se rió e iba a contestar pero entonces alguien entró sin llamar en la sala. Martin tragó saliva al ver de quién se trataba.
El chico al que había encontrado semidesnudo en el vestuario se encontraba de pie ante él, con la mirada fija en un folio y el ceño fruncido. Martin pensó que era más alto de lo que le había parecido en ese momento y que le quedaba muy bien la bata y el fonendo al cuello. Había algo en él. Un aire de autoridad. Entendió a Denna. Hasta que abrió la boca:
- ¿Quién de vosotros lleva a la 24?- En ese momento levantó la vista, esperando una respuesta.
- ¿Ya no damos ni los buenos días, doctor Bona? Vaya modales os enseñan en la carrera...- El chico cambió su expresión seria por una sonrisa pícara que hizo a Martin tragar saliva, aunque ni siquiera le hubiera mirado aún.
- Buenos días, Rus. Ya te he dicho muchas veces que cuando quieras vamos a cenar para que te enseñe mis modales perfectos y todo lo que tú quieras.- Ruslana soltó una carcajada.
- Y yo ya te he dicho mil veces que tengo novio, Juanjo, y que, aunque no lo tuviera, no pienso unirme a tu intento de cantar bingo con toda la planta.
- Me ofendes, Rus, estoy intentando cantar bingo con todo el hospital, no solo en esta planta.- Dijo, siguiéndole el juego en tono de broma.- ¿Deduzco entonces que no llevas a la 24?- Ruslana negó y en ese momento Juanjo pareció darse cuenta de que había alguien más en la habitación. Martin sintió que el corazón se saltaba un latido cuando clavó sus ojos en él y dibujó una sonrisa burlesca.- ¿y tú, fetichista?
- ¿Cómo?- Fue lo único que logró decir
- Sí... Por lo de que te gusta mirar... Que yo lo respeto eh...- Martin consiguió por fin salir del ensimismamiento. No se podía creer que el machirulo de turno estuviera haciéndole sentir culpable y avergonzado por algo que, claramente, no había sido su culpa. Atacó:
- No te preocupes que no va a volver a pasar, de todas formas, tampoco he visto nada que me interese.- Juanjo enarcó una ceja, divertido con la contestación. Pero Martin seguía enfadado. - La de la 24 está a mi cargo, sí, ¿qué pasa? ¿quieres aumentar el bingo a pacientes también? No sé si no van a ser demasiadas mujeres para tan poco hombre...
A Juanjo se le borró la sonrisa de golpe. A Martin le recorrió un escalofrío de lo serio que se había puesto de repente
- No sé si eres consciente de la burrada que acabas de soltar y lo grave que es. No te pases un pelo, chaval. Limítate a hacer tu trabajo con profesionalidad y déjanos el humor a los que sabemos. Hay que cambiarle el suero que se está acabando y se nos va a deshidratar, que con tanta charleta no te habías dado cuenta.
Martin trató de morderse la lengua, pero le pudo el enfado. Podría pasar por alto muchas cosas, pero no que le insinuaran que estaba siendo poco profesional, o que no estaba haciendo bien su trabajo.
- Se llama Mariana.- Dijo. Juanjo le miró confundido
- ¿Qué?
- La paciente de la habitación 24. Se llama Mariana. No me gusta llamar a mis pacientes por un número.- Acto seguido salió de la sala dejando al doctor con la palabra en la boca.
...
La parte restante de la mañana se pasó más lento que el inicio. No volvió a cruzar palabra con el mayor, pero le tuvo presente en todo momento, ya que el doctor Bona se paseaba por la planta como si fuera suya, dedicando sonrisas a diestro y siniestro y dando órdenes. A todas las enfermeras, y algún que otro enfermero se les ponían los ojos en forma de corazón cada vez que les dirigía la palabra para cualquier cosa y a Martin eso le revolvía las tripas. Tanto revuelo por semejante subnormal, engreído. Era el típico perfil de médico al que se le había subido el poder a la cabeza y de chico guapo al que nunca nadie le había negado un polvo. La combinación perfecta para obtener al típico machirulo.
Juanjo se encontraba ligando coquetamente con una de las auxiliares cuando se acercó Bea:
- Doctor Bona me parece a mí que tiene usted suficiente trabajo hoy como para andar molestando al personal a mi cargo que está intentando hacer su trabajo.- Por primera vez a Martin le pareció ver en Juanjo algo parecido a la vergüenza. Se notaba que Bea, a pesar de no tener ninguna autoridad real sobre él, ya que ella estaba a cargo de los enfermeros, le imponía por ser mayor que él y la miró como un niño al que habían pillado robando caramelos.
- Yo... Bea sabes que odio que me hables de usted...
- Haz el favor de comportarte y no tendré que hacerlo. Tira.
Juanjo agachó la cabeza y siguió su recorrido por el pasillo, pasando al lado de donde Martin estaba. Este no lo pudo evitar y le dedicó una sonrisa burlona:
- Ya sabía yo que eran demasiadas mujeres para tan poco hombre. - susurró
- Ya sabía yo que te gustaba un poquito demasiado observarme.- contraatacó Juanjo. Desapareció en su despacho el resto de la mañana.
Esa semana no volvieron a interactuar demasiado, al menos no directamente. Martin había aprendido a cambiarse en los baños de enfermería y no tenían muchos pacientes en común, por lo que no hubo más encontronazos. Sí que conoció al resto de médicos de esa planta, los cuales le parecieron personas bastante más amigables y decentes que el primero; Naiara era la jefa de servicio y llevaba todo con mano dura, Álvaro era otro de los más jóvenes y Violeta fue, con diferencia, con la que más le gustaba compartir pacientes a Martin. Eso sí, si algo tenían todos en común, era su debilidad por el maño (Martin había averiguado en una conversación con Violeta, que el doctor Bona era de Zaragoza), Naiara sentía verdadera debilidad por él, Álvaro le admiraba más que a nadie y Violeta hablaba maravillas de lo listo que era. En eso tenía razón. Si algo tenía que admitir Martin era que Juanjo era muy bueno en lo que hacía, acertaba el diagnóstico casi siempre a la primera y sus ingresos siempre eran los que menos duraban porque los pacientes se curaban como por arte de magia. Eso sí, a ojos de Martin, podría ser un buen profesional, pero no un buen médico, para eso hay que tener más humanidad.
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Hola chiquiss!!! Nuevo capítulooo:) Me ayuda mogollón que me contéis que os está pareciendo y qué partes os gustan más y que votéiss si os está gustando!
Los nombres de los capítulos, como os habréis dado cuenta salen del mejor disco que ha salido nunca al que le recomiendo que le deis una escuchadita si no lo habéis hecho ya.
Un kiss,
Ele<3
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200 latidos por minuto
FanfictionMartin piensa que Madrid está lleno de miradas que esquivan, de hombres aturdidos por demasiadas mujeres, de amigos que nunca están y de almas ingobernables como Juanjo que navegan ese ambiente como si hubieran nacido con ese veneno dentro. Martin...