Ateo

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La decisión de ponerse esa noche unos pantalones de cuero y una camiseta pegada negra había sido quizás, demasiado atrevida. Martin se dio cuenta en cuanto entró por la puerta de ese bar y vio que, muy a su pesar, la mayoría de gente había optado por chinos y camisas. Maldijo internamente mientras se planteaba seriamente darse la vuelta y meterse en su piso minúsculo a comer palomitas y ver una peli. Para su mala suerte Álvaro le interceptó en plena huida.

- ¡Martin! ¡Qué ilusión que hayas venido! Vente para acá, invito a la primera.- Martin puso todo su empeño en tirar de la poca batería social que sentía que tenía en ese momento y dibujó una sonrisa antes de saludar a Álvaro con dos besos, felicitarle y seguirle a la barra.

- ¡Debería invitarte yo a ti!- Protestó al ver que Álvaro acercaba su tarjeta al datáfono. Con la música, demasiado alta para el gusto de Martin, era difícil hacerse oir.

- Es una especie de tradición que tenemos. El cumpleañero siempre invita a la primera ronda. Aprovecha que ya te tocará.- Le colocó la cerveza en la mano y salió disparado al ver que entraban Violeta y Naiara por la puerta.

El vasco recorrió con la mirada toda la sala intentando visualizar a alguien conocido. Sin suerte. De pronto notó una brisa de aire caliente en el cuello y pegó un brinco para girarse.

- Boo...- Fue un susurro que le erizó la nuca.

- Dios mío Juanjo... Qué susto, vaya subnormal.- Martin luchó por no ponerse rojo mientras Juanjo le repasaba de arriba a abajo con una sonrisa torcida.

- Es que te he visto un poco perdido. Deberías darme las gracias, compi.

- Y venga con lo de compi...

- Bueno, es lo que somos ¿no?

- No ha sido por decisión mía...- Por mucho que lo intentara no estaba consiguiendo borrar la sonrisa de la cara del mayor. Este traía una cerveza ya vacía en la mano y vestía unos vaqueros sueltos y una camisa negra. Tenía pinta de ser de esas personas que siempre conseguían entender el dresscode de cada situación y cumplirlo a la perfección. De esos que nunca van ni demasiado arreglados ni demasiado informales. Martin pensó que era imposible que Dios no existiera, porque de alguien tenía que ser el favorito este chico para ser tan perfecto en todo.

Juanjo se rindió y dejó el vaso en la barra para pedir otra. Martin siguió mirando a su alrededor para ver si podía encontrar a alguien que se salvara de estar con el maño mucho rato más.

- No han llegado aún.- Juanjo ni siquiera le estaba mirando.

- ¿Qué?

- Kiki, Rus y Lucas... No están aquí aún. Tenían turno de tarde hoy- Martin asintió y Juanjo siguió hablando- A Alex y a Denna sí que les he visto, pero han desaparecido hace un rato, yo que tú no les buscaría mucho.- Martin se acordó de la discusión entre los andaluces del primer día y de lo que luego le contó Rus

- ¿Crees que se están liando?

- Es una certeza.

- ¿No te molesta?

- ¿A mi?

- Sí. Como estabais liándoos...- Juanjo sonrió divertido, le estaba dando justo lo que quería

- Cuatro.- Martin le miró confundido.

- ¿Qué?

- Que cada vez estás más cerca de las diez referencias semanales a mi vida sexual.- Martin hizo una mueca de desaprobación. El maño siguió hablando.- Denna y yo no "nos estamos liando". Nos liamos una vez. Punto. Además creo que sinceramente ella solo quería molestar a Alex.- Martin asintió.

200 latidos por minutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora