Tirar de Juanjo por las escaleras del metro de Madrid para que no perdieran el último tren no estaba entre los planes de Martin para esa noche. Sobre todo porque se había pasado toda la semana detestando esa forma tan obvia que el maño había desarrollado de ignorarle flagrantemente. Juanjo, sin embargo, parecía de lo más entretenido molestando al menor que le agarraba de la mano para que se diera prisa. A Martin en ese momento le habría gustado haber sido capaz de dejar al mayor tirado en ese bar con su borrachera.
Y es que, en el fondo, por mucho que le costara admitirlo, Martin sabía que si hubiera dejado a Juanjo en el bar, no habría pasado nada. Álvaro se hubiera encargado de que llegara bien a casa y Juanjo no parecía el tipo de persona que cogería el coche borracho. Por lo que al enfado que tenía en ese momento de Martin con un Juanjo que era incapaz de andar rápido sin tropezarse, se sumaba el enfado que tenía consigo mismo. Porque le habían hecho falta un poquito de interés y un mensaje de novio celoso del maño para que se olvidara de que llevaba toda la semana siendo un gilipollas y se empeñara en asegurarse que llegaba bien a casa.
Cuando llegaron al andén le quedaban dos minutos. Juanjo se dejó caer en un banco y Martin le miró desde arriba. Tenía el pelo despeinado y los ojos cansados. Parecía que estaba llegando ese momento de la borrachera en el que el sueño se convertía en el protagonista.
- Cómo habrás acabado tan borracho...- Lo dijo más para sí mismo que porque esperara una respuesta, pero el maño abrió los ojos
- Ha sido la única solución que había...- Lo dijo en un pequeño bostezo que le obligó a cerrar los ojos de nuevo. Martin sabía que estaba muy borracho y que era poco probable que dijera nada coherente, pero le pudo la curiosidad.
- Dudo mucho que eso sea verdad... Pero ¿qué estabas intentando solucionar?
La llegada del tren al andén hizo el ruido suficiente para que Juanjo se espabilara un poco y se puso de pie para subirse al vagón. Martin tampoco quiso indagar más. Consiguieron sentarse en dos sitios juntos, ya que Martin había mirado que tenían unas cuantas paradas hasta la dirección que le había dado el maño. En el momento en el que se sentaron Juanjo volvió a dormirse y su cabeza se fue reclinando poco a poco hasta acabar sobre el hombro de Martin que, como en un acto reflejo, estiró la espalda para quedar más alto y que Juanjo no se hiciera daño en el cuello. Tuvo que contenerse para no sacar el móvil y hacer una foto cuando vio el reflejo de ambos en el cristal del vagón. Juanjo, bastante más grande que él, encogido para apoyarse en su hombro, dormido profundamente en la postura más incómoda posible. Se le olvidó por qué llevaba toda la semana mosqueado con el aragonés.
Cuando llegaron a la parada Martin agitó suavemente el hombro del mayor, que se despertó bastante desorientado y, para agradecimiento del menor, algo más despejado.
Salieron de la boca de metro y andaron en silencio, Martin, guiado por el google maps, un par de pasos por delante del maño.
- Ya no me llevas de la mano...- Se quejó el mayor cuando llevaban un rato en silencio. Martin ni siquiera se giró a mirarle.
- Ya no pareces tan borracho.
- ¿Solo me has cogido de la mano porque estoy borracho?- Martin se giró entonces para mirarle, con intención de reprocharle que era él el que llevaba una semana ignorándole, pero cuando se giró y vio que el aragonés seguía sin estar en las condiciones idóneas para mantener esa conversación y acordarse al día siguiente, simplemente se giró y suspiró:
- No hay quién te entienda.- Juanjo corrió un par de pasos para ponerse a su altura. Parecía que de repente estaba mucho más activo.
- ¿Por qué dices eso?
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200 latidos por minuto
FanfictionMartin piensa que Madrid está lleno de miradas que esquivan, de hombres aturdidos por demasiadas mujeres, de amigos que nunca están y de almas ingobernables como Juanjo que navegan ese ambiente como si hubieran nacido con ese veneno dentro. Martin...