La culpa

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Martin permaneció quieto unos instantes recuperándose del momento que acababa de vivir y de la vergüenza que le invadía de cabeza a pies. Juanjo había entrado al baño a acabar de vestirse con su pijama. Si no fuera porque estaba trabajando, no hubiera dudado en aprovechar para salir de allí corriendo. Aún podía notar el recuerdo del pecho de Juanjo apoyado en su espalda y ese recuerdo no estaba ayudando a mitigar el rubor que invadía sus mejillas. Estaba aún pensando en eso cuando el mayor salió del baño, ya con el pijama puesto. Le quedaba un poco pequeño. No era exagerado ni vulgar, pero eso hacía que le marcara ligeramente los brazos, la espalda y los muslos.-

¿Te gusta el sushi?- Martin tardó unos segundos en responder, lo cual hizo que a Juanjo se le plasmara una sonrisa burlona en la cara.

- Sí.

- Ahora vuelvo.

Martin vio como Juanjo desaparecía por la puerta y se dirigía al despacho de médicos. Volvió al poco rato con una bolsa en la mano.

- Rus y yo siempre cenamos sushi cuando nos toca la guardia juntos. Lo he comprado esta mañana de camino y lo he dejado en la nevera. Hemos tenido suerte de que a Álvaro no le haya dado por comérselo. Martin soltó una risa más desenfadada. Había conseguido por fin relajarse después del incidente.- Aunque no sé si te quedará algo de hambre después de como me has comido con los ojos antes...- A Martin le sorprendió lo mucho que fue capaz de mantener la calma tras ese comentario. No se puso rojo ni tuvo que apartar la mirada. Se felicitó internamente por no darle otra vez al mayor el gusto de reirse a su costa.

- Bueno... Tengo ojos. Además que tampoco iba hacerte el feo de ignorarte mientras me hacías un striptease, básicamente te has abalanzado sobre mí.- Juanjo le miró divertido.

- No ha parecido molestarte.

- No he dicho que me haya molestado. ¿Cenamos?

Juanjo no parecía satisfecho de haber dejado así la conversación. Le divertía poner nervioso al vasco, pero al ver que este había adoptado una posición de indiferencia y que no iba a conseguir nada, decidió dejar el tema y abrió la bolsa para sacar el sushi y dejarlo sobre la mesa. La sala de enfermería tenía un par de ventanas por las que entraban los últimos rayos de luz del día. Debían ser cerca de las nueve.

- ¿Eso es pez mantequilla?

- Claro.

- Qué asco Juanjo... Es como el peor tipo de sushi posible...

- El caso es quejarse, ¿verdad? Encima que te traigo la cena...

- Técnicamente no la has traído para mí...- Juanjo sonrió.

- Toda la razón. Trae para acá que me lo como yo todo.

- Veo que tú sí que te has quedado con hambre después de lo de antes...- Juanjo rió.

- Estás muy juguetón hoy.

- Es que no me gusta dejarte ganar, la verdad. Siento que nunca pierdes.- Juanjo levantó una ceja sin entender del todo. Martin aclaró- La gente babea por ti, te acuestas con quien quieres, siempre vas vestido perfecto para la ocasión, curas a los pacientes como por arte de magia y encima tienes esa cara.

- Nueve.- Martin rodó los ojos- Es broma. Pero tampoco es verdad. No del todo... Ahora por ejemplo voy en pijama porque un niño me ha vomitado la bata, eso es poco perfecto por mi parte...- Martin sonrió pero entonces se dio cuenta de algo y le cambió el semblante. Puso cara de susto.

- ¿Tienes tú "el busca"?- se dio cuenta de que habían dejado el teléfono al que podían contactar los pacientes si necesitaban algo en la planta de pediatría. No había nadie pendiente de los niños.

200 latidos por minutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora