Llevar la contraria a los padres en la adolescencia es muy común.
Salir cuando ellos no quieren, usar ropa que a ellos no les gusta, peleas constantes e incluso salir con personas que no son buenas para ti.
Esta contraria nunca tuvo razón, ¿Debías...
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Las luces neón alumbraban el lugar, el olor a alcohol y otras sustancias probablemente ilegales abundaban en el aire.
El corto vestido que portaba amenazaba con enseñar más de lo debido, pero a quién le importaba ella solo se quería divertir. Su pequeña bolsa Chanel también se movía de un lado a otro junto los movimientos de su dueña, en un punto el bolso ya estaba abierto.
—Xavi vamos afuera, estoy cansada. —la rubia hizo un leve puchero que removía el corazón de cualquiera.
—Dame la mano, no te vayas a perder. —el castaño tomó sin esperar la mano de su mejor amiga y juntos caminaron a la salida.
—¿Será muy tarde? Si es tarde papi se molestará si llamo. —dijo rebuscando en su bolsa.
—¿Qué buscas?
—No encuentro mi celular. —frunció el ceño.
—Dalilah era nuevo. —el chico abrió los ojos un poco asustado.
—No importa, dame la hora Xavi. —se colgó del brazo del chico, parecía no importarle realmente.
—Son casi las 3 de la mañana. —respondió.
—Si llamo papá se va a molestar ¿Me llevas? —dijo comenzando a caminar al estacionamiento.
—¿Qué hay del celular?
—Papi puede comprar otro, no importa. —se alzó de hombros sin dejar de caminar.
Sus tacones rosa en punta resonaban en esa gran casa, 3:30a.m. Dalilah acababa de llegar a casa.
—Tarde. —una voz masculina sonó desde el final de las escaleras.
Frente a la rubia estaba su padre, un hombre rico con una figura autoritaria, su cabello castaño comenzaba a tener algunas blancas canas, a causa de la edad y quizás del estrés.
—A esta hora es la mejor parte de la fiesta papi. —comentó tranquila comenzando a subir la escalera.
—Tu madre llamó 10 veces, marcaba fuera de servicio. —el tono que usó con ella la hizo quedarse quieta.
