Llevar la contraria a los padres en la adolescencia es muy común.
Salir cuando ellos no quieren, usar ropa que a ellos no les gusta, peleas constantes e incluso salir con personas que no son buenas para ti.
Esta contraria nunca tuvo razón, ¿Debías...
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D A L I L A H
Los días transcurrieron con una rapidezdesconcertante, como si el tiempo se deslizara entre mis dedos sin que pudiera detenerlo. Desde la fiesta, Tobias había desaparecido del radar. No había vuelto a cruzarse conmigo, y la falta de su presencia hizo que el rumor de que estábamos saliendo no tomara más fuerza. Parecía que había decidido volverse invisible.
Apesar de que trataba de concentrarme en otras cosas, mi mente volvía una y otra vez a él, a los momentos que compartimos, a esa extraña sensación que me dejó su cercanía. Se suponía que era solo una pieza de mi plan, una herramienta, pero ahora... ahora no estaba tan segura. Durante el día, lograba distraerme con las clases, mis amigas y los preparativos para la fiesta de Halloween, pero por las noches, cuando estaba sola en mi habitación, la sensación era diferente.
Había algo inquietante en todo esto. Como si cada vez que miraba por la ventana, alguien me estuviera observando. ¿Era él? ¿Me estaba volviendo paranoica? Sacudía la cabeza para deshacerme de esos pensamientos, pero la sensación de ser vigilada no desaparecía. Tobias, con su presencia etérea y su carácter distante, se había convertido en un enigma que me mantenía en vilo.
Él era raro. Su forma de actuar, la manera en que casi nunca estaba presente en el Instituto... no era alguien de quien pudiera fiarme. Y, sin embargo, algo en él seguía llamándome, como si hubiera más bajo esa superficie aparentemente apática.
El viernes llegó sin que me diera cuenta, y con él, la tan esperada fiesta de Halloween. Mina había pasado toda la semana emocionada, hablando sobre lo grandiosa que iba a ser la noche, sobre los chicos que conoceríamos y las aventuras que tendríamos. Me dejé contagiar por el entusiasmo, al menos en la superficie. Quería creer que una noche lejos de todo eso, de Tobias, de los rumores, sería suficiente para olvidarme de la extraña sensación que me había estado atormentando.
—¿Lista? —preguntó Mina, asomándose por la puerta de mi habitación.
Me miré al espejo, evaluando mi disfraz: una conejita con orejas blancas y un corsé ajustado que resaltaba mi figura. El traje, un clásico, me hacía sentir poderosa. Sabía que llamaría la atención, y esta noche, lo necesitaba.
