Llevar la contraria a los padres en la adolescencia es muy común.
Salir cuando ellos no quieren, usar ropa que a ellos no les gusta, peleas constantes e incluso salir con personas que no son buenas para ti.
Esta contraria nunca tuvo razón, ¿Debías...
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El rumor de que el nuevo había coqueteado con Dalilah había volado por el instituto, decían que el nuevo tenía un aspecto extraño, ella era como un jardín lleno de rosas y él un desierto, nadie podía hacerse la idea de que Dalilah pudiera aceptar las intenciones de ese chico.
—Deberías callar los rumores, es mejor antes de que se entere tu padre. —la aconsejó Xavier. —Puedes decir que estás conmigo o...
—Ahora mismo papá no es importante, Xavi. —interrumpió sonriente, comiendo la ensalada de su almuerzo.
—¿No es importante? ¿Dalilah te sientes bien? —intentó tocar la frente de ella pero la rubia se alejó.
—Perfectamente.
—¿No le has contado? —preguntó en voz baja Mina.
—¿Se lo dices tú? Debo poner el marcha el siguiente paso. —le guiñó un ojo a su mejor amiga mientras se levantaba de la mesa.
A paso lento se acercó a la mesa del nuevo, él no tocaba su comida, en cambio chateaba con alguien en su celular, daba un aire de chico malo, justo lo que Dalilah quería.
—Hola. —dijo sentándose a su lado.
—Hey. —sonrió en cuanto la vio.
—¿No comerás? —su vista se dirigió a la bandeja.
—No, prefiero dársela a los perros.
—¿Tan bueno eres? —dijo confundida.
—Ellos pueden comer basura, yo no. —sonrió de lado al ver una pequeña risa asomarse en el rostro de la rubia.
—Los perros comen mejor que nosotros, está comida es un asco. —estuvo de acuerdo con el castaño.
—Si tu lo dices debe ser cierto. —pasó una mano por su cabello acomodándolo.
Dalilah lo admitía, el tipo era guapo.
—Créeme, soy lo único bueno de este pequeño infierno, si realmente quieres una buena experiencia en lo que queda del año deberíamos ser amigos. —sonrió con ese encanto que ella sabía que tenía, un encanto que sabía que nadie negaría.
