Llevar la contraria a los padres en la adolescencia es muy común.
Salir cuando ellos no quieren, usar ropa que a ellos no les gusta, peleas constantes e incluso salir con personas que no son buenas para ti.
Esta contraria nunca tuvo razón, ¿Debías...
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El frío calaba por sus huesos, su vestido apenas y cubría lo que debía, el oscuro bosque daba una vibra extraña y Toby parecía en trance.
—¿Tobias? —su mano se acercó al brazo del castaño, que se apartó antes de que lo tocara. Ella frunció el ceño por su acción. —¿Qué demonios te pasa?
Sus ojos cafés la miraron de reojo, aunque fue leve su respiración se entrecortó. No le gustó esa mirada, el momento de romanticismo se había acabado, incluso podía jurar que no trataba con la misma persona.
—¿Porqué corriste? Estábamos hablando bien, y de pronto te comportas como un idiota. —entrecerró sus ojos, claramente enojada.
—Deja de decir estupideces si no quieres quedarte aquí tirada. —su tono amenazante la hizo tragar duro.
—No entiendo porqué me tratas así. —se cruzó de brazos, apretando con ellos su escote.
Sabía que la técnica de ser ruda con él no iba a funcionar, debía ser la pobre chica.
Los ojos del más alto se desviaron directamente, lo sabía.
—¿Querías que te llevara la policía? —sin más comenzó a caminar.
—Mis papás me habrían ayudado.
Él soltó una risa antes de voltear a verla. —¿Tus papás? Según entiendo, la única que querría ayudarte es tu mami, y papi no quiere ni saber de ti.
Un agujero se formó en el estómago de la chica, ¿Cómo sabía eso? ¿Porqué la trataba así?
—N-no... —su fachada cayó por un momento permitiéndole a Tobias invadir su espacio personal.
—¿No? Si te dejará aquí sola, tus papás no te buscarían, a tus amigos no les importas, no tienes ni uno solo real. —tomó las mejillas rojas de Dalilah, la vergüenza de sus palabras y el frío no la dejaban pensar con claridad. —Nunca les vas a importar, solo yo puedo preocuparme lo suficientemente por ti. —con su pulgar acarició su mejilla.
