Iridiscencia +21 © [obsesiones II] | En Proceso✖

46: ♡Acaba conmigo♡

☆☆☆

N/A: La canción en multimedia me recuerda a Vladimir, escúchenla y luego me dejan su opinión al terminar el capítulo. 👌 Ahora sí, a leer.

Hacer creer a Vladimir que aun lo amaba, no fue difícil, pues el muy idiota me creyó todo y sin saberlo estaba entrando en mi trampa. Primero lo haría sucumbir a mí, gracias a mi "buena conducta" y una vez que lo lograra, le pediría que dejara ir a Isla lo más pronto posible y lo convencería de que me iría con él por "amor". Sabia que Izan tenia dos opciones, salvar a una de nosotras y aunque me pesara admitirlo, él amaba a Isla y sin duda ella seria su primera opción y yo tendría que volver al infierno de Vladimir.

Así que hice uso de mis mejores cartas y de la puta interior que llevaba dentro para lograr mi cometido y me aventuré a seducir al diablo. A fin de cuentas, esto también había sido un trato que hice con Lorenzo Moretti, tiempo atrás. Enamorar a Vladimir, volverlo vulnerable y sacarle la información a como dé lugar. Era esto o morir como estúpida.

La puerta del camarote del Jet se abrió y uno de los escoltas de Vladimir, entró.

—El gobernador ha llegado, tenemos veinte minutos antes de que la llevemos con él, así que el señor Volkova solicitó verla.

Sonreí triunfal, era hora de ponerme en modo sumisa y le sonreí encantadora al subordinado del ruso.

—Por supuesto. —salimos del camarote y enseguida Vladimir estaba sentado en la primera fila de lado derecho del jet, luciendo despreocupado y mirando su teléfono.

Cuando notó mi presencia, levantó la mirada y sonrió, llevándose la copa de vino tinto a los labios. Luego lamió sus labios delgados, le entregó la copa vacía al otro hombre que estaba parado a su lado y me señaló el lugar de enfrente.

—Siéntate un momento conmigo, nena.

Accedí condescendiente y fingiendo una linda sonrisa. Vladimir asintió satisfecho y les empezó a dar ordenes al par de hombres de trajes negros, yo por mi parte me limité a mirar el hangar por la ventanilla, mientras mentalizaba el plan que me sacaría de aquí. Yo sería mi propia heroína, no necesitaba a un hombre para sobrevivir, ya me salvé una vez y creo que lo lograría nuevamente si jugaba bien mis cartas.