Primero.-

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Estuve junto a Blake seis años, seis largos años, hasta que ella apareció.

Mi nombre es Lena, y con Blake nos conocimos en el cumpleaños número dieciocho de mi buen amigo, Mark. Él nos invitó a su casa a beber unos tragos, algo tranquilo, y uno de sus amigos llegó con Blake. Una chica realmente preciosa, de cabello un tanto rizado, que le llegaba a su marcada clavícula, de un color rojizo. Sus pequeños ojos casi de color negro, no totalmente negros, pero cuando estaba en habitaciones con baja calidad de luz, estos lucían negros.

Nunca me he fijado en el cuerpo de una persona cuando estoy recién conociéndola, para mí, el rostro es más importante que el cuerpo, ya que, puede que tengas un cuerpo no tan atractivo, o un cuerpo promedio, pero eso se puede cambiar, puedes pasar meses y gastar infinidades de dinero en cambiar tu cuerpo, pero tu rostro, aunque apliques mil y un cirugías, no cambiará tanto como cambia el cuerpo.

Yo no me definiría como una chica atractiva, digo, mi estatura es normal, casi igual a la mayoría, mis ojos son color café, y mi extremadamente liso cabello, lo cambio muy seguido de color. En estos momentos, combina con el cielo.

Cuando nos presentaron en esa fiesta, nunca pensé que le gustaban las chicas al igual que a mí, me cayó muy bien en el momento, y me dio una muy buena impresión, pensé que ella sería una buena amiga a la que tendría que considerar sí o sí tenerla. Charlando unas horas, entre trago y trago, (no estábamos para nada ebrias) salió el tema de amores, y no tuve ni un pelo de vergüenza cuando comenté que nunca había tenido novia, sí, novia, novio con a. Ella sonrió, y me preguntó si es que me gustaban las chicas, a lo que yo respondí que sí, había tenido encuentros con chicos, y una que otra chica, pero nunca sentí nada. Mordió sus labios al decirme que a ella igual le gustaban las chicas, ambas reímos y seguimos bebiendo. Al terminar la fiesta intercambiamos números, y prometimos juntarnos para conocernos más a fondo.

Ya había salido de mi último año de la escuela cuando conocí a Blake, ambas teníamos dieciocho.

Comenzamos con simples mensajes, tales como '' ¿Cómo estás? '' ¿Qué tal tu verano? '' y sencillos mensajes como esos, hasta que una noche de verano, ella me llamó, rompió nuestro esquema de enviarnos mensajes, y decidió llamarme. Me invitó a un café, quería que habláramos en persona en vez de estar mirando nuestras pantallas del teléfono. Debo decir que esa tarde estaba un poco nerviosa, sabía que Blake quería algo más, de otro modo, no me hubiera invitado a un café.

Por suerte de la gracia divina, mis nervios decidieron esconderse durante toda la cita, la cual resultó a la perfección. No hacía mucho calor, el ambiente del café era distinto a cualquier otro, muy alternativo, la música relajaba un tanto mis nervios, la decoración de las paredes y del suelo eran totalmente diferente y excéntrica. Blake lucía preciosa, había amarrado sus rizos en una coleta alta, su cuerpo estaba cubierto por un vestido negro con lunares blancos, y unas ballerinas color rojo. Yo en cambio, dejé mi cabello suelto, que en ese momento era rojo, decidí usar un vestido al igual que Blake, pero éste era rojo vino, y lo acompañé con unos tacones medianos color negro.

No sé si fue el sabor del café, o el exquisito sabor del pastel de naranja que consumimos, pero fue una de las mejores primeras citas que tuve.

Nos fuimos caminando hacia su departamento, y de ahí yo tomaría un taxi a la mía, ya que quedaba un tanto lejos. Era una noche con una brisa fresca que desentonaba con lo usual de una noche de verano. El cielo nocturno estaba cubierto con nubes, lo que me hizo pensar que llovería al otro día. Al llegar a la entrada principal de su departamento, ella mencionó que le encantaría que yo pasara, pero sus padres no tenían idea de que a ella le atraían las chicas, por lo que tenía un tanto de miedo. Por supuesto que entendí, y decidí irme a tomar un taxi, pero no antes sin besarla. Sentí el sabor de su bálsamo labial, el cual era una mezcla entre frambuesa y vainilla.

Fue un comienzo demasiado perfecto. Pero todos sabemos aquí que la perfección no existe.

Hasta que mi madre aparecióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora