Tercero.-

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Nos subimos a un taxi, esperando que el taxista condujera lo más rápido posible. Mi corazón latía muy fuerte, ya que sabía lo que estaba a punto de pasar.

Por un momento, Blake me quedó mirando, se me acercó, y comenzó a tocar la parte superior de mis piernas, justo antes de mis rodillas, mis latidos se aceleraban aún más. La miré fijamente y me volvió a besar. Si el taxista no hubiera estado ahí, le habría quitado su vestido ahí mismo. Ella me besó el cuello y en ese instante yo solo quería sacar al taxista del vehículo.

Llegamos a su departamento en diez minutos. Al entrar me pude dar cuenta que era muy grande y extremadamente lujoso. Las paredes eran un color amarillo pálido, y el piso de la entrada era de cerámica color tierra. Tenían uno de estos artefactos que fingen ser estufas, ella lo encendió, creando un aire de romance en el ambiente. Los sillones del living eran muy amplios, del mismo color de las paredes, tal vez un poco más oscuros. Lo que más me sorprendió eran los ventanales que iluminaban completamente el lugar, iban desde el techo hasta el suelo. Ella fue rápidamente a correr las cortinas para no dejar nada a la vista.

Blake se sentó en el sillón, y me hizo colocarme encima de sus piernas. Ambas nos quitamos los zapatos. Mientras le besaba el cuello, me quitó la blusa, la cual cayó en la mesa de centro. Me levanté por tres segundos para quitarme los pantalones. Recorrió todo mi cuerpo con sus suaves manos, luego ella se quitó su vestido. No paraba de morder sus labios mientras se desvestía, lo que me provocaba hacerle imaginables cosas.

Nos miramos por unos segundos, y retiré su ropa interior, y ella la mía. Claramente no era la primera vez para ninguna de las dos.

Al estar las dos desnudas, olvidé todas las inseguridades que tenía sobre mi cuerpo, olvidé mis marcas de estrías en las caderas, olvidé que no tenía mi abdomen marcado, olvidé la palidez de mi piel. Podría decir que el cuerpo de Blake era perfecto, tenía curvas preciosas, que marcaban su pequeña cintura, su piel era increíblemente pareja, todo en ella era perfecto.

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Abrí mis ojos, vi el reloj de la pared, el cual marcaba las once de la mañana. Blake aún dormía. Me levanté del sillón, coloqué mi ropa interior en su lugar, y cubrí mi torso con mi blusa que aún seguía en la mesa de centro. Fui a la cocina a preparar desayuno para las dos, yo moría de hambre y asumía que Blake igual.

Preparé café, y cociné un omelette. Con el sonido de la sartén, Blake despertó, su cabello estaba tierna mente despeinado, y sus ojos tenían el maquillaje corrido, lucía tan natural. Se puso su ropa interior, y al igual que yo, cubrió su torso con una camiseta.

Llevé el desayuno hacia el living, mientras que Blake abría las inmensas cortinas, yo dejé el café el omelette en la mesa de centro. Creo que nunca había desayunado con alguien tan hermoso a mi lado, creo que así se sentirá tener tu corazón ocupado, ¿O no?


Hasta que mi madre aparecióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora