" Acuario. "

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Para Satoru tener algo de una noche era algo común, natural en él. Pues le gustaba divertirse y disfrutar de su juventud. Ya fuera aquí o en Tokyo, salía casi todos los fines de semana a divertirse. Casi siempre había procurado no encontrarse con personas que lo conozcan o que pueda llegar a volver a ver. Es algo de una noche, simplemente no volverá a pasar. Entonces, ¿Había sido un error meterse con la bibliotecaria?, parecía ser así lamentablemente. Debió pensarlo mejor; El pueblo era pequeño y todos se conocían, por supuesto, ahora también a él. Tampoco debió dejar que se pusiera su camiseta.

Estaba ahí parada frente a él, parecía querer captar su atención con su adorable rostro y vestimenta, saludando tímidamente con su mano, donde habían algunas pulseras causando un sonido suave que rompía el silencio del momento. Ella habló al darse cuenta que Satoru no planeaba decir nada más ── Lo siento, ¿Interrumpí algo importante? ── Dijo verdaderamente avergonzada, con sus mejillas sonrojadas.

A Satoru le hubiese parecido tierno como el día del festival, sin embargo, sus mejillas rojas solo le recordaban a aquel momento en la cocina con Suguru. En donde él estaba así o peor de sonrojado sin darse cuenta. Ahuyentó esos pensamientos y rápidamente respondió para no verse tan grosero.

── No, no. Ah, pasa. ── Claro, era notable su distancia hacia la muchacha de acento pueblerino, pues él no esperaba que volviera.

Hinode entró a la casa de Satoru, no sin antes quitarse los zapatos por respeto y no ensuciar la casa. Apenas estuvo cerca de Satoru sonrió entregándole lo que tenía en manos; Su camisa blanca de la otra vez, solo que ahora tenía un beso en la parte del cuello y algunos brillos, también desde allí podía oler perfume de mujer. Qué atrevimiento el suyo.

── Me la llevé por error. Estuve apurada y vine a devolverla. ── Habló suavemente mientras continuaba con la camisa extendida hacía él.

Satoru la agarró mientras miraba la camisa, completamente irreconocible para él. Pues si le preguntaban, no hubiera querido que la devolviera. Fingió una sonrisa mientras miraba a Hinode ── Gracias... Uh... ── Nuevamente se le iba su nombre.

── Hinode. ── Terminó la frase, con una pequeña mueca en su rostro, mientras sus cejas se fruncían levemente; Naturalmente, pensó que había sido un error venir. Pero es que le interesaba muchísimo el citadino. Al no recibir respuesta, volvió a hablar ── Bueno, parece que estás ocupado, entonces, hablamos luego. ──

Satoru simplemente asintió con la cabeza acompañando nuevamente a la muchacha fuera de casa, despidiéndose con su mano. Apenas salió, cerró la puerta y miró la camiseta totalmente arruinada. Caminó hasta dejarla sobre el sofá y no darle importancia a algo así. Luego la botaría, a menos que su gato la arruine primero. Más importante aún, esperaba que Hinode no descubriera que era modelo y un posible actor; Se podría ilusionar aún más con él y absolutamente no quería eso. Pero no encontraba una manera de hacer que pensara que no le interesara sin él tener que decirlo y ser grosero.

Ahora gracias a eso no podría dormir adecuadamente en su gran, espaciosa y sobretodo cómoda cama, donde seguramente estaría su gran gato negro durmiendo como si no hubiera un mañana. Subió las escaleras hasta ir a su habitación, donde efectivamente estaba su gato acostado ampliamente sobre la cama. No dudó en tirarse sobre la cama espantando al gato, quien le gruñó en respuesta a su imprudencia. Él solo soltó una risita, acercándose a besar su cabeza peluda cuando el gato nuevamente buscó reconciliar su sueño.

── Lo siento, cariño. ── Le habló al gato suavemente, con su voz infantil de siempre.

Se alejó antes de ganarse un arañazo de su parte y, sacó su celular. Entró a Instagram, en donde tenía miles de mensajes, comentarios, corazones, etc. De sus historias, de las cuales subía más o menos dos o tres por día. Buscó el perfil de Suguru en la barra de búsqueda, en donde ya era su búsqueda más frecuente. Sonrió inconscientemente, entrando a su perfil, donde tenía a su gato Mono de foto de perfil. En su única publicación, se podía ver una foto de Suguru desprevenido con un pincel en manos y, adelante de él, el lienzo lleno de vida gracias a las manos de Suguru. Se veía lindo, a pesar de su ropa manchada con pintura, pues su camisa de manga larga, estaba hasta sus codos, dejando ver bien sus brazos. Su cabello estaba recogido en una media cola alta, dándole un aire juvenil pero serio.

𝖠𝗆𝗂𝗀𝗈𝗌, ¿𝖸 𝖺𝗅𝗀𝗈 𝗆𝖺́𝗌? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora