Capitulo 3: La vida en un hospital

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Para Vivianne, cada día como psicóloga era un viaje emocional

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Para Vivianne, cada día como psicóloga era un viaje emocional. A menudo encontraba consuelo en las historias de superación de sus pacientes, pero también enfrentaba el peso de sus tragedias. Las lágrimas de sus clientes se convertían en las suyas, mientras luchaba por ofrecerles una luz en medio de la oscuridad.

Cada sesión era un recordatorio de la fragilidad humana, y aunque su corazón se llenaba de esperanza al ver el progreso de algunos, otras veces se encontraba sumergida en la tristeza, sintiendo impotencia ante el dolor que no podía aliviar.

-Buenos días doctora Krasivyy- Una joven de aspecto muy delgada y delicado entró con su madre-

-Hola, buenos días a vosotras también, bueno ¿A que vinieron hoy a mi consulta?- Pregunto Vivianne con una sonrisa-

-Pues vera doctora mi hija siempre está súper insoportable, no me obedece ¡Y ya ni siquiera quiere seguir modelando!- Exclamó la mujer-

-Ya veo...- Vivianne apuntó algo en su libreta- Bueno cariño ¿Como te llamas?-

-Se llama Rosalía- Dijo la mujer por su madre-

-Señora le estoy hablando a su hija no a usted, le pediría que por favor salga de mi consulta- Pidió Vivianne con una sonrisa- Esto será una consulta privada-

-¡Pero mi hija está mal, arreglela!- Exclamó la mujer-

-Señora si fuera tan fácil y tuviera una varita mágica me quedaría su curro, además no es tan fácil como usted quiere pensar- Explicó Vivianne-

-¿Que va a saber usted una gorda metro y medio como usted de el verdadero éxito? Seguro que ni está casada-

-Pues mire señora- Vivianne se quitó sus lentes- Mi hermana pequeña es modelo así que seré clara, el mundo de las modelos es una verdadera mierda- Dijo Vivianne- Solo hace que madres narcisistas que no pudieron cumplir sus propias metas por qué se quedaron preñadas muy pronto hagan que sus hijas sean miserables o las convierten en pequeñas copias de si misma-

-Como osa ¡Rosalía venga vamos a casa!- Exclamó la mujer-

-¡El finiquito ya lo he cobrado!- Exclamó Vivianne-

Vivianne suspiró profundamente mientras salía de su consulta, dejando atrás el eco de las confesiones de sus pacientes. Con paso decidido, se dirigió hacia el ala psiquiátrica donde los adolescentes luchaban contra sus desórdenes alimenticios, sabía lo duros que podían ser. Sacó una tarjeta de reconocimiento y la deslizó por el lector de la puerta, permitiéndole el acceso a la sala común.

Al entrar, el silencio pesado fue interrumpido por sus pasos suaves pero seguros. Observó a los jóvenes, cada uno inmerso en su propio mundo de batalla interna. Algunos estaban absortos en libros, otros en conversaciones con sus compañeros de tratamiento, pero todos llevaban consigo el peso invisible de sus luchas personales.

Vivianne se acercó con ternura a una chica que estaba sentada en un rincón, con la mirada perdida en el vacío.

-Venga cariño tú puedes- Con voz suave, le ofreció unas palabras de aliento, extendiendo su mano en un gesto de apoyo-

-Pero si como-

-La comida da nutrientes da igual lo que dijeran tus amigas, gente en internet, tus familiares o tus compañeros de clase- Explicó Vivianne- Ven conmigo vamos a dar un paseo-

-S-si-

Vivianne era más que una psicóloga; era un faro de compasión en un mar de dificultades. Su dulzura y amabilidad irradiaban en cada interacción con sus pacientes, reconociendo el peso de sus luchas personales. Había conocido el dolor de sentirse inferior, de cargar con la carga de expectativas ajenas y el cruel dictamen de la sociedad.

Con esa sensibilidad, abordaba cada sesión, cada conversación, con una profunda comprensión de la complejidad humana. Sabía que los desórdenes alimenticios no eran simplemente cuestión de control de peso, sino manifestaciones de un dolor más profundo y complejo. Escuchaba con empatía, ofreciendo consuelo y apoyo a aquellos que se sentían atrapados en un ciclo de autodestrucción.

Su enfoque no era solo tratar los síntomas, sino también sanar las heridas internas, ayudando a sus pacientes a reconstruir su autoestima y encontrar el camino hacia la recuperación. Vivianne comprendía que, a veces, la mayor batalla se libraba en la mente, y estaba determinada a ser una aliada en esa lucha.

-Mu-muchas gracias-

-No es nada cariño, venga volvamos a tu habitación-

Después de una jornada intensa de trabajo, Vivianne se dirigió hacia la sala de descanso en busca de un momento de tranquilidad. El aroma tentador del café recién hecho flotaba en el aire, reconfortándola incluso antes de tomar el primer sorbo. Con paso cansado pero determinado, llegó a la máquina de café y preparó una taza humeante.

Se dejó caer en una silla cercana, sintiendo el peso del día disminuir gradualmente. Mientras disfrutaba del calor reconfortante de la taza entre sus manos, permitió que su mente se relajara por un breve instante. Observó el vaivén de sus colegas, cada uno con su propia carga de responsabilidades y preocupaciones, pero también con la fortaleza para enfrentarlas.

El ambiente sereno de la sala de descanso le ofrecía un respiro bienvenido, un momento de calma en medio del caos del día.

-Uff que dia- Una joven de peli-rojo entro a la sala- Hey Viví ¿Como estás?-

-Bien trabajando como de costumbre- Explicó Vivianne-

-Oh ¿Sabes que? Ayer tuve un cita con uno de Tinder, que bueno que estaba- Dijo la chica emocionada-

-Me alegro Laura- Dijo Vivianne-

-¿Y que hay de ti? ¿Tuviste alguna cita últimamente?- Pregunto Laura con una sonrisa-

Laura era enfermera y una buena amiga de Vivianne.

-No realmente, ya sabes que desde que Cameron y yo nos separamos no quiero saber de hombres-

-Tu hermana es una guarra- Dijo Laura- ¿Como se atreve a quitarte a tu prometido?-

-Bueno...Ella es muy hermosa y tiene mucho dinero en cambio yo...No realmente, además no es la primera vez que lo hace, todas mis parejas desde la secundaria hasta la universidad- Explicó Vivianne-

-¿Como puedes hablar de eso con una sonrisa?- Pregunto Laura-

-Bueno cuando pasa tanto tiempo aprendes a vivir con ello- Explicó Vivianne- Aunque si viniera un hombre guapo con un gran ramo de rosas tal vez no le diría que no jajaja-

-Bueno cuando pasa tanto tiempo aprendes a vivir con ello- Explicó Vivianne- Aunque si viniera un hombre guapo con un gran ramo de rosas tal vez no le diría que no jajaja-

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Entre Criminales y Terapeutas: Un Matrimonio de Conveniencia {Caesar y tu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora