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Quizás fue la forma en la que decidí huir del problema en primer lugar.

Quizás esa necesidad de huir no hubiera existido si tan solo hubiera sido honesto.

Quizás si no hubiera abierto la boca en primer lugar.

"¿Cómo estará Hyunjin?", me pregunté. Me parecía bastante hipócrita preguntarme aquello cuando la respuesta podía obtenerla si tan solo encendía el wi-fi. Una llamada o un mensaje, una señal de que me importaba estaba al alcance de mi celular y claro que me importaba, de verdad que sí, sin embargo, no solo el miedo me dominaba, sino también la vergüenza y la ansiedad.

— Miras mucho tu teléfono — me dijo Chris al salir por la puerta, yo me encontraba justo en la entrada tomando algo de aire.

— Y tú lo tienes muy abandonado — contesté para después guardarlo en mi bolsillo.

— Sí, bueno, no soy fan de usarlo todo el tiempo.

— Chico ocupado.

— Aquí sí — ahí estaba su risa otra vez, besando mis oídos y revolviendo mi estómago.

— Lo sé, si no estás barriendo, estás lavando platos. Si no estás lavando platos, estás ayudando a preparar el almuerzo. Si no estás ayudando a preparar el almuerzo, estás ayudando a cortar la hierba. Si no estás ayudando a cortar la hierba, estás alimentando a los peces. Si no estás alimentando a los peces, estás ayudando con los cultivos... ¿Quieres que siga?

Mencioné, advirtiendo que lo había observado demasiado y acababa de delatarme.

— No es necesario, no hay mucho más que haga a parte de todo lo que mencionaste — dirigió su mirada hacia la parte interior de la casa, sus abuelos conversaban con mis padres y su tía intentaba que su hijo terminara la sopa, luego regresó conmigo —. ¿Quieres que te muestre algo?

Quise decir que no, que prefería quedarme donde estaba para seguir dándole vueltas al mismo tema una y otra vez, pero vamos, no podía engañarme, yo quería ir con Chris a donde sea que él vaya. Sentía el deseo de conocerlo por completo, de acompañarlo en cada paso y conocer incluso lo que él desconocía de sí mismo.

— Si implica que estaré cerca de arañas, no — puso esa expresión, esa que me provocaba conflicto porque no sabía si estaba a punto de reírse de mí o solo no creía lo que decía.

— Chico de ciudad — acusó.

— Me gusta el campo.

— Te adaptas bien, diría yo, pero no quita que seas un completo citadino.

— Oh, vamos ¿Empezaremos con esto? —Chris seguía sin cambiar su expresión, se divertía con la situación —. Tú dirás que soy demasiado delicado para vivir en el campo y yo me defenderé diciendo que no con el único argumento de que podría hacer cualquier tarea y al final perderé porque aquí los insectos abundan y yo les tengo miedo, lo que terminará por darte la razón y te reirás de mí... como estás haciendo ahora — finalicé escuchando su risa, mis mejillas se tornaron rojas por milésima vez —. Ya.

— Bien, bien — colocó su mano sobre mi cabeza y revolvió mi cabello —. Vamos, Felix, sé que te gustará.

Chris caminaba frente a mí guiando el camino mientras yo lo seguía y miraba su espalda, en ese momento no pensé que después su espalda sería lo único que perseguiría.

Terminamos en una pequeña choza llena de cobayos y un par de conejos asustadizos que intentaron esconderse en vano debajo de una tabla. Me resultó imposible ocultar la ternura que los pequeños animales me generaban, incluso di un paseo por cada cajita en la que vivían, me divertía tanto que casi olvidé que Chan me miraba desde una esquina, apoyado en la pared mientras sonreía.

— Te dije que te gustaría.

— Son muy tiernos — admití —, solo es triste pensar que los tienen aquí para matarlos cuando un cliente lo pida.

— No pienses mucho en ello.

La tensión que había entre nosotros incrementó en ese instante, parecíamos imanes atrayéndose poco a poco, acortando la distancia hasta que finalmente se unen. En este caso, el que terminó por acortar esa distancia fui yo, me acerqué a él y lo abracé, sus brazos no tardaron nada en devolverme el gesto y acariciar con suavidad mi hombro.

No dijimos nada hasta después de un tiempo.

— Vayamos por un helado — dijo.

— Seguro.

Esa frase se repetiría por el resto de días, sería la excusa que nos permitiría salir juntos y esa tarde solo compramos los mismos helados de los mismos sabores, caminamos, reímos y se sentía como si una burbuja nos envolviera a nosotros.

Hasta el día de hoy no estoy segura de la verdadera razón del por qué esa burbuja reventó.

sentir ; chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora