𝟏𝟐

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Diciembre llegó y con ello el día en que tomé la decisión de terminar con Hyunjin. Pensé que sería lo mejor dado que yo ya no podía soportar el peso que cargaba en mi hombros y no podía mantener más la mentira de quererlo como se supone que debía hacerlo.

El viernes por la tarde, después de terminar mis clases, pasé por la casa de San y le hablé sobre mi plan, estaba decido a llevarlo a cabo, pero me asustaba hacerlo solo, así que le pedí que me acompañará el sábado.

— Claro, pero ¿No crees que a Hyunjin le parecerá extraño que vaya contigo?

— No me tomará mucho tiempo, por favor, estoy muerto de miedo, no puedo hacer esto solo ¿Qué tal si lo arruino?

— Te recuerdo que ya lo hiciste — recalcó —. Pero creo que no te refieres a eso ¿Qué piensas decirle?

— La verdad — San solo me miró —. Casi toda la verdad — corregí —. Extraño ser solo su amigo, extraño la dinámica que teníamos antes, si soy su pareja me siento solo una idea, alguien a quien idealizó tanto que simplemente no existe, Hyunjin puso un estándar inalcanzable para mí, tiene en un altar al Félix que imaginó, no al que soy realmente y eso terminó por consumirme.

— ¿Crees que acepte volver a ser tu amigo después de todo lo que ha pasado? Si me preguntas, lo dudo. Será complicado, lo sabes. Decirle eso de "pero aún podemos ser amigos" es una mierda, ya lo has experimentado antes.

— Ya sé que es una petición egoísta, sé que no merezco eso, pero puedo intentarlo.

— Bien, te acompañaré, después te quedarás a dormir en mi casa, no creo que sea bueno que te quedes solo después de una charla como esa.

Asentí con una sonrisa triste, San me conocía demasiado bien.

Para cuando el fin de semana llegó, me dirigí al encuentro con Hyunjin junto con San. Mis manos temblaban, sentía mis rodillas débiles como si no pudieran soportar mi peso, estaba seguro de que todo color abandonó mi rostro. San tomó mi mano para darme ánimos, me dijo que yo podía y que estaba haciendo lo correcto.

Finalmente tenía a Hyunjin de frente una vez más, comenzamos una conversación casual sobre cómo nos iba en clases y el ambiente tenso que empezaba a crearse en la universidad dado lo cercano que teníamos los primeros exámenes del semestre. Nos encontrábamos sentados en un parque cercano a la casa de Hyunjin, San nos dio nuestro espacio y se ubicó mucho más atrás.

— Pero bueno, dime de qué querías hablar, pequeño.

Comencé a sudar frío. Sentía las manos húmedas. El corazón me latía muy rápido. No recuerdo cómo inicié ni cómo terminé, sin embargo, recuerdo la forma en la que el rostro de Hyunjin se iba deformando al escuchar mis palabras: confusión, tensión, tristeza, duda, desconcierto... claro que él no entendía nada de lo que estaba sucediendo, para él todo estaba bien hasta hace poco y yo llegaba un día a decirle que no me sentía igual que antes, que llevaba un tiempo pensándolo y que él me hacía sentir como una idea.

— No estoy entendiendo nada, Félix. Yo... hace unos días todo estaba bien... ¿Qué?

Me disculpé, mis disculpas eran las más sinceras, me dolía el pecho y me rompía verlo tan descolocado, tan herido.

— ¿No hay nada que podamos hacer para arreglarlo? Sí me lo hubieras dicho antes quizás esto no estaría pasando. Dime, por favor ¿Hay algo que pueda hacer? — preguntó al borde de las lágrimas.

— Lo siento — negué —. De verdad, Hyunjin, lo siento.

Lo noté desesperado, buscó mis manos y me miró a los ojos.

— Solo... nunca lo hicimos ¿Puedo? Será solo esta vez — se refería a un beso, lo buscaba con ansias, todo su cuerpo me gritaba la desesperación de la que era preso en esos momentos.

Asentí y se acercó a mí de forma torpe, nuestros labios a penas se rozaron, solo sentí el calor de su mano en mi mejilla, y como si se tratase de una película, la lluvia llegó y con ello mi excusa para huir de ese lugar.

A pesar de lo mal que me sentía por Hyunjin y por la manera en que tuvo que terminar lo nuestro, por encima de todo, gozaba de un alivio indescriptible. Me había liberado finalmente de esa atadura autoimpuesta, la tensión que sentía en los hombros desapareció casi al instante y la lluvia nunca antes se sintió más purificante; sin embargo, en el fondo sabía que esto no había terminado y así fue.

A las pocas horas de estar en casa de San, Hyunjin llamó. Sabía que tendría muchas preguntas, que la corta conversación que tuvimos no fue suficiente y de cierta forma lo entendía, es decir, yo solo llegué para detonar una bomba en su cara y luego escapé dejándolo atrás con heridas de gravedad. No había manera en que él se quedará satisfecho con mi torpe explicación.

No recuerdo mucho de aquella llamada, pero aún resuena en mí su llanto entrecortado y aún puedo saborear lo amargo de su resentimiento. Hyunjin me preguntó por qué no fui capaz de decirle todo lo que sentía antes y entre una que otra oración más, supo reclamarme por no darle la oportunidad de enmendar sus errores. Y yo que siempre tuve el mal hábito de asumir cualquier culpa como mía, le dije que no tenía que disculparse conmigo, que era yo quién debía hacerlo, sin embargo, esta vez tenía una razón: Chris. Puede que Hyunjin haya cometido errores, pero yo me había pasado de la raya al encontrar a otra persona que me cautivara mientras estaba con él.

La llamada concluyó con un acuerdo mutuo en mantener la amistad porque ninguno quería perder al otro por más dolor que nos causáramos. Así que nos pedimos un tiempo para sanar, pero prometimos que no nos alejaríamos.

Así fue como esa noche terminé sollozando en los brazos de San. Mis lágrimas sabían a una mezcla entre alivio, culpa, nostalgia y tristeza... un sabor que, al menos de las últimas tres, conocía muy bien.

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⏰ Última actualización: Nov 02 ⏰

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