✧ ; 01

291 6 0
                                    

Querida Do Do Hee...

Te amo. Te adoro. Eres la persona más especial para mí. Constituyes el pilar esencial de mi vida. Lo eres todo para este adorable demonio, como te gusta llamarme.

Tu sonrisa es el mejor regalo que me han podido dar. Deslumbrante.

Jeong Gu Won saca la harina, porfavor  ─ pidió Do Do Hee a la vez que organizaba los diversos ingredientes sobre la encimera. ─ secos por aquí, líquidos por este otro lado... ─ susurraba para sí misma, en ese método tan meticuloso que empleaba siempre antes de adentrarse en un nuevo proyecto.

─ Aquí  ─ Gu Won tendió el paquete de embalaje blanco

─ vale, a ver ─ introdujo un dedo en el recipiente del azúcar que guió hacia su lengua para realizar una prueba ─ Sip. Es azúcar, entonces ya está todo listo.

Gu won rio al recordar la vez que su esposa elaboró un pastel salado, por haberse saltado ese último paso. ─ Manos a la obra.

Esta vez acordaron llevar acabo el proceso de manera manual y no depender de los poderes del domonio, según Do Hee "para la experiencia"

En cuestión de unos minutos la muchacha ya se regañaba internamente por su ya no tan genial idea. No era secreto entre la pareja que ninguno se asemejaba mínimamente a un cocinero, y si sus cuerpos se alimentaban era todo gracias a Gu won.

─ Do, falta la levadura

─ Pero primero va la leche

─ No importa. Es lo mismo

─ Claro que no, el orden importa

─ No cr- ─ se detuvo. Ya había convivido lo suficiente con ella como para saber que era caso perdido. ─ vale

─ Tú echa el azúcar 

Jeong tomó el recipiente para vertir su contenido, pero su atención cayó en el rostro de su mujer, una amplia sonrisa decoraba su rostro, parecía una niña ilusionada.

De su embeleso lo sacó el chillido de su acompañante. Se sobresaltó

─ ¡Jeong Gu Won has echado todo el kilo!

La mirada del aludido cayó en el bol en el que ya se encontraban todos los ingredientes mezclados, de él sobresalía un gran montículo blanco. La había liado.

─ ¡Ups. Perdón! ─ tomó una cuchara y retiró el exceso ─ Ya esta mejor

─ Nos va a salir muy dulce

─ Es un pastel. Nunca es muy dulce.

A pesar del percance continuaron con el horneado del pastel. Do Hee metió la mezcla en el horno y observó orgullosa su trabajo.

Gu Won sonrió y tomó un pequeño puñado de harina entre sus dedos para esparcirlo suavemente por la cara de su esposa.

Esta permaneció estática a causa de la sorpresa antes de comenzar a reír ─ ¡Ven aquí! Te la voy a devolver

Y fue así como montaron el desorden del siglo, repentinamente dejaron de ser dos adultos con labores e ingentes cantidades de responsabilidades para convertirse en dos niños sin preocupaciones más allá de pasarla bien.

epilogue |  my demonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora